Anécdotas, Cuentos, Historias

jueves, 30 de agosto de 2012

Las Marranas Lecheras


120 Marranas Lecheras.

Toño, desde niño fue una persona muy precoz e inteligente;  lo que sumado a las enseñanzas de su abuelo, logro desarrollar capacidades únicas en su género y en su medio que le permito  vivir  muchas aventuras durante su vida, que luego pudo contar a varias generaciones mientras tomaba tinto en las cafeterías de su pueblo.
Los abuelos  de Toño en Santa Helena

Uno de los tantos días en  que Toño paseaba por las sabanas del hato Santa Helena; en su caballo cuarto de milla,   diviso a la distancia un montón de animales que le parecieron raros; lentamente se fue acercando y encontró que eran los cerdos salvajes que vivían en el hato  y que se alimentaban con las semillas de las palmas de moriche.

Estos cerdos que pertenecían a Santa Helena eran miles y su carne servía para alimentar a  toda la familia, a los obreros,  a los vecinos del hato, a los güios, a los caimanes y hasta los chulos ( Zamuros o zopilotes); pero como su abuelo era un viejo rico que  solo vivía del ganado, no le ponía interés a esta otra riqueza que había allí  en la llanura de su hato, ya que solo eran cazados para el consumo doméstico. Pero Toño hombre sagaz  e inteligente, si vio el billete donde no lo veía nadie más; desde ese mismo día en que vio a los cerdos comiendo semillas de palma de moriche en las sabanas del hato Santa Helena.

Cuando Toño llego cerca a donde los cerdos  se alimentaban; conto en menos de una hora más de 1375 animales  todos gordos  listos para el sacrificio; entonces  regreso a la casa para pensar bien qué hacer  para proceder a la cacería, de los mismos  y embarcarlos como se embarca el ganado hacia la capital.

Cuando llego a la casa se apeo de su caballo cuarto de milla,  se sentó bien acomodado sobre una de las sillas que habían en el ranchón de paja, en donde se guardaban  todos los aperos que se usaban para las faenas del llano, mientras su abuela Catalina, a paso lento le  llevaba una gran taza esmaltada  llena de café cerrero  (café negro fuerte, amargo y sin endulzar) de esos que  toman los hombres en el llano.

Mientras se tomaba su café, no dejaba de pensar en los miles de cerdos que se alimentaban en las sabanas del hato y  de los muchos otros que  morían por su gordura extrema, fatigados y achicharrados (Quemados, deshidratados) por el  intenso sol que derretía la manteca de los mismos mientras agonizaban y morían.

En menos de media hora encontró la solución; al siguiente día saldría  muy a las tres de la mañana con 12 vaqueros experimentados a darles cacería a los chanchos o cari bajitos, allí mismo en donde los había visto pastar.

Siendo las dos de la mañana se despertó y llamó a los vaqueros, aperaron los caballos, tomaron tinto cerrero acompañado de un aguardiente doble y partieron rumbo al lugar indicado previa bendición de la abuela Catalina y la mirada atónita del abuelo.

Al lugar llegaron aclarando el día;  y  sin pensar mucho, ordeno a los obreros  construir un corral   muy grande de madera verde  y bejucos que sirviera para encerrar la mayor cantidad de cerdos salvajes.

En dos horas tenían el corral hecho y  salieron todos los vaqueros guiados por Toño a  buscar sus presas y a hacer la encerrona. Como a la media hora  uno de los vaqueros vio  la manada de cerdos y aviso a Toño; el cual impartió instrucciones.

Los jinetes  con sus corceles y sus rejos lentamente se acercaron a la manada de cerdos, y los fueron encerrando y arreando lentamente hacia el  improvisado corral hecho con  madera y bejucos, en esa labor  pasaron más de 5 horas, los cerdos al verse bien rodeados no podían escapar, sin embargo; unos dos, o máximo tres se desviaron de la manada por lo que inmediatamente Toño descolgó  de la montura su largo y engrasado rejo,  y con  un ágil y rápido  movimiento los amarro a la  distancia; y los obligo a quedarse  todos juntos caminando.

La caminata fue lenta hacia el corral por que al estar tan gordos estos animales,  más el  fuerte sol podían morir fatigados; menos mal eso no ocurrió ese día; precisamente por  la inteligencia, la habilidad y la  adecuada dirección de Toño.

Ya en horas de la tarde, como  a eso de las seis  y media; lograron encerrar  2378 cerdos en total entre  machos y hembras, adultos y crías; los cuales dejaron allí encerrados esa noche  con 5 cuidadores mientras resolvían  como llevarlos a los camiones que esperaban para  llevarlos con destino a la capital.

Como era riesgoso llevar a la manada caminando hasta los corrales del hato; decidieron amarrar los cerdos uno por uno  y ponerlos dentro de una canoa y llevarlos rio arriba hasta un lugar en donde había un embarcadero viejo sobre la orilla del rio.

Asi se hizo; pero como solo disponían de 6 canoas,  para este trabajo; debieron estar en ello tres semanas, todos los días y todo el día con los 12  vaqueros, amarrando cerdos, subiéndolos a la canoa, bajándolos de la canoa, poniéndolos en el corral y soltándolos nuevamente de sus patas  y manos.

En todo este tiempo, por el inclemente sol, y las largas jornadas;  se parieron muchas  marranas esos animales tenían hasta 20 marranos en cada parto y  por supuesto, muchas de ellas se murieron en el intento; por lo que quedaban muchos lechones sin madre. Para evitar toda esta pérdida de lechones;  hicimos en un día otro corral y seleccionamos 120  de las mejores marranas que estaban paridas  y les pusimos  a cada una de a 5 y 6 lechones para que los amamantaran; así pudimos salvar a mas de 600 lechones que habían perdido a sus madres  ya que  teníamos a las 120 marranas lecheras que adoptaron a todos los huérfanos que quedaron después de esta gran cacería de cerdos salvajes en  el hato de Santa Helena propiedad de mi abuelo.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Trescientos toros cebados.


Treinta viajes de ganado.

Después de que el abuelo le  regalo a Toño las doce reses como premio por haber matado los chigüiros, él muy feliz los puso a pastar en un potrero que tenía el hato muy cerca de la casa principal; desde allí los podía ver todos los días, y  les ponía sal y todos los desperdicios que salían de la cocina, por  lo que esos animales se volvieron muy mansos y fáciles de manejar,  que los obreros hasta le rascaban los cojones.

Allí en el hato   había también muchos marranos   pero los abuelos  no permitían que los desperdicios de la cocina  se les diera como alimentación a estos cerdos,   porque ellos tenían toda la sabana llena de semillas de palma de moriche y con eso se alimentaban muy bien todos los días; es que la Pepa de palma de moriche es tan buena que los marranos se engordaban tanto que muchas veces  se morían por el camino  muy fatigados; entonces quedaban allí muertos y  del sol que les daba durante los dos o tres días hasta que se encontraban, les derretía toda la manteca a los pobres animales,  creo  que debían sufrir mucho en la  muerte por que con esa gordura y el sol derritiéndoles la manteca quedaban como fritos que ni siquiera los chulos ( Zamuros , Zopilotes) alcanzaban a ventarlos (verlos, olfatearlos) para comérselos de lo tostados que quedaban en esas sabanas ardientes.

Los marranos al igual que el ganado los buscábamos y embarcábamos  una vez al año para llevarlos al mercado; esa historia  la cuento después.

Por la razón anterior de la abundancia de comida en las sabanas, los desperdicios de la cocina me los dejaban utilizar para  ayudar a alimentar mis primeros 12 toros blancos , cebúes, y morrudos que el abuelo me  regalo.

Como   yo siempre he sido muy trabajador, rapidito, en menos que canta un gallo, antes de un año completé trescientas reses  y a todas  las puse en un solo  potrero para cuidarlas  de verdad  y enseñarles a esos que dicen llamarse ganaderos  como es que se engorda  el ganado; como los últimos toros, eran bien salvajes, animales fieros  y mañosos, los junte con los primeros doce que tenía ya muy mansos, para que aprendieran a estar  en su portero y  en menos de una semana se volvieron todos mansos muy mansos, pero eso fue, porque yo les enseñé y se les acompaño con los primeros doce que me regalo el abuelo.

Estas trescientas reses las tuve allí solo 2 años, 4 meses  y cinco días, dándoles comida, yo les picaba  a diario y a  cada momento, caña, pasto, les daba sal  con melaza, desperdicio de la cocina,  yuca , plátano, malanga, arracacha, cidrón, ahuyama, frijol, calabaza, maíz,  de todo lo que encontrara y  a veces hasta carne que sobraba de las cacerías que hacíamos con frecuencia; y de sobremesa para la sed no tomaban agua  sino un guarapo bien preparado. 

A los dos años,  4 meses y 5 días, cuando me vi  un poco sin dinero, decidí vender este lote de ganado, para pagar  unos pocos centavos que debía, y sacar  para comprar más reses, o  ya en definitiva una finquita con ganado, que fuera mía; entonces programé la salida de mi lote de reses; en ese entonces  al llano solo bajaban unos pocos camiones a repartir líchigo y cerveza, y en el verano otros a llevar sal y a sacar ganado de las fincas; luego  hice cuentas tengo 300 toros gordos, a cada camión le caben 13  eso me daba   23 viajes de ganado, para que vayan más  o menos bien y no lleguen tan estropeados al matadero a Bogotá, conseguí los 23 camiones y llegaron todos al tiempo en caravana hasta el hato del abuelo.

Allí en la finca, todos pendientes  con mis toros porque eso si eran toros de verdad no como esos bichos a medio cebar que sacan en otras fincas, a pesar de que aun les faltaba tiempo de cuido, porque les debía faltar como   más o menos un añito más  de tiempo; pero que podía hacer  yo;  si en ese momento necesitaba el dinero.

Empezamos a embarcar, con los obreros,  mientras mi abuelo desde un caballo miraba como esas reses caminaban lentamente  para subirse al camión, a algunas debimos ayudarles por que no podían por su peso subir solas al camión. Y cuál fue la sorpresa pues que no alcanzaron las trece reses que tenia calculado  en cada camión solo  alcanzaron a entrar 10 y eso bien apretadas, es que el peso de esos animales era muy bueno, según mis cálculos y yo soy bueno para  calcular y como conozco mi tipo de engorde, cada animal debía estar pesando  entre unos  597 kilos y medio a unos a  unos 600 kilos y medio como mínimo.

Como no me alcanzaban los camiones, mande a un muchacho a conseguir 7  camiones más para poder llevar todo el lote de ganado en una sola caravana hasta Bogotá y hacer un solo negocio.

El muchacho  se fue muy rápido a caballo  a buscar los camiones, pero no encontró  sino 4  camiones sencillos  para 10 reses cada uno y 2 doble troque (camión de dos ejes) para subir las ultimas treinta reses.

Para los dos doble troque,dejamos los animales mas gordos y pesados; por que uno no sabe si por la espera, se pueden fatigar, cansar y tal vez morir alli  bajo ese sol; asi que  a cada camión,le subimos 15 reses; y ahí si fue que todos quedaron jetiabiertos (con la boca abierta),las 30 reses no se pudieron subir caminando solas al camión,entonces tuve que poner 5 obreros para que las amarraran y las halaran y empujaran dentro del camión; es que ese lote si era de verdad muy bueno pero muy bueno; esos animales estaban entre los 722 kilos y medio a los 798 kilos y medio de peso cada uno según mis cálculos y yo en eso no fallo.





Todos  los obreros, los camioneros, los abuelos, los tíos, los sobrinos y unos cuantos vecinos hacían corrillo viéndonos trabajar hacer fuerza y sudar, para poder subir esos animales a los camiones,  todos admiraban el tipo de ceba y la gordura de los animales, entonces me preguntaban a cada rato como   hacía para engordar ganado asi de rápido; yo no les quise decir nada,  y los deje con la duda hasta el día de  hoy.

Salimos del hato un viernes y llegamos a Bogotá  el lunes  a las 1 de la mañana, y  en menos de media hora llegaron los compradores, todos querían comprarme mi ganado, para ello me ofrecieron por encima del mejor precio  del momento $297,50 más  por cada kilo y yo acepte por que como estaba necesitado de dinero  y además como las reses estaban muy cansadas por el viaje, tenía que hacerlo rápidamente;entonces, el negocio se hizo, y  empezamos a bajar el ganado para llevarlo a la bascula, y  otra sorpresa cuando entro  el primer lote, el dial de la báscula se paso,  porque la bascula  de ese entonces no alcanzaba para soportar el peso de esos  animales tan lindos y gordos, entonces  tuvimos que negociar  todas las 300 reses al OJO. (al cálculo aproximado)

Quince años después Toño se encontró con el comprador  y  a este, jamás se le olvido ese lote de ganado que le vendió en aquella ocasión cuando Toño empezó a cebar sus primeras trescientas reses; en ese encuentro, le comento que el cálculo del peso que  le había dado a cada animal de rendimiento de carne en canal, solo había fallado en unos pocos gramos y es que en eso de calcular el peso del ganado al ojo, Toño fue el mejor de toda la inmensa llanura Colombiana.


Gracias a la colaboración de algunos amigos de Miraflores.

EL CAZADOR NOVATO.


EL CAZADOR  NOVATO.



Cuando  Toño creció, a los 16 años, siendo un adolescente, y a pesar de su fortaleza, valentía y coraje que siempre tuvo desde niño, aun debía seguir aprendiendo de la experiencia del abuelo; un viejo macanudo de esos que  difícilmente vuelven a nacer  y que por su valentía,   fue condecorado por el ejército al haber librado muchas batallas defendiendo el país, pero que  por aquello de los colores de la política  Azul y Roja,  se vio obligado a enfilarse  y a llevar  el fusil para defender los derechos de llano.

El abuelo  fundador del hato, Santa Helena de  45.000 Hectáreas, cuando  se instalo en estas sabanas  se llevo con él a toda la familia  de los ancianos, que eran 12 hermanos del abuelo  con sus esposas  e hijos,18 hermanos de la abuela, con sus esposas e hijos de los viejos que eran 35, de los cuales  30 fueron varones y las demás mujeres, de ellos  mi papa  y mi mama, se fueron para  los llanos venezolanos y nos dejaron con los abuelos a 8 hermanos y  de los 8 solo logramos vivir unos pocos, los más fuertes   2 hermanos  hombres y 2 hermanas mujeres todos menores a mí, y eso fue porque yo los ayude a criar porque mi pobre abuela, no tuvo tiempo sino para  atender al abuelo.

Cuando se hace un fundo en las sabanas  no   hay comida, luego hay que primero cultivar la yuca y el plátano, para  la carne  si no hay problema porque hay mucha carne de monte, por allá uno encuentra, Chigüiros, lapas, Cachicamos o Armadillos. Venados, Torcazas, y hasta güios en caso de emergencia, también hay pescado,  de muchas clases y todo muy bueno y en abundancia.

Como en el hato éramos tantos,  sin contar con los obreros que  eran más de 50, la carne no podía  faltar, pero  tampoco  el abuelo podía estar sacrificando todos los días una res para alimentar todas esas bocas por que como el viejo estaba empezando si lo hacía, se le acababa el pie de cría muy rápidamente, entonces la solución era la caza de animales de monte.

Los sueños de Toño era ser como el abuelo y tener un hato tan grande como Santa Helena; por lo que desde niño aprendió muchas cosas que el  abuelo le enseño y ahora debía aprender a  cazar animales de mote  con la mayor efectividad posible.

El abuelo   enseño las técnicas de cacería,  el uso  y manejo de la escopeta vieja de fisto  y la  nueva de 5 cartuchos marca winchester, le enseño como trampear los venados, como seguir la huella de los cachicamos, como sestear a las torcazas, como entrenar y enfilar los perros de caza, como encontrar y disparar a los chigüiros que había por miles, como defenderse de las serpientes como los güios,  y boas y como defenderse de los caimanes y babillas que acechaban  cerca  en las  lagunas rodeadas de palma de moriche.

En una ocasión yo veía que mi abuelo le ponía  sal  al ganado en plena sabana debajo de unos árboles, el viejo había hecho un pozuelo  de madera y allí les ponía 10 o 12 arrobas de sal para que las reses  se la comieran eso era casi a diario, la sal llegaba al hato solo una  vez al año en el verano y debía aguantar para el resto del año y para todas esas reses que el viejo tenia; pero casi siempre se acababa entre septiembre y octubre; antes de que llegara la otra remeza de sal que llevaba el viejo Mariano  un comerciante de sal  que llegaba a los hatos todos los años en el mes de febrero.

Al ver esto de la sal y el ganado, se me ocurrió  salir una noche de luna llena y con  mi linterna de 8 pilas, enfoque el salero y vi a lo lejos como había muchas lucecitas brillantes,  yo creí que era un espanto de muchos ojos, pero como  no soy  de miedo, inmediatamente, saque la escopeta Winchester de 5 cartuchos, me acerque  muy despacio hasta que estuve a punto y ¡pumm! dispare, dos veces  solamente.

Ya  vi y no habían mas luces en el salero, asi que me conforme con eso y me fui a dormir, al otro dia el abuelo se despertó temprano, y fue a dar vuelta  al fundo, y la sorpresa mi amigo el viejo encontró en el salero  más de 60 chigüiros todos  en el piso muertos,  resulta que los chigüiros se estaban comiendo la sal del ganado y por eso el gasto tan grande  de sal, entonces  descubrí como cazar chigüiros;  bueno y también venados   por que  habían caído junto con los chigüiros como unos 15 venados en  esa noche; pero lo más importante es que ninguna de las reses que allí estaban también comiendo sal  se cayeron con el escopetazo, afortunadamente lo que sirve saber disparar.

Esos seis meses siguientes, solo fue carne de chigüiro  y venado hasta que nos canso a todos;  era carne al desayuno, carne al almuerzo, carne  a la comida para todo el mundo  la carne  se hacia  un poco sudada, otro poco asada, otro poco se puso a secar en la tasajera, otro poco se regalo,  otro poco se dejo para los chulos, ¡nooo!  Eso era una maravilla la cantidad de carne en abundancia, que esa noche con solo dos disparos de  la Winchester conseguí sin mucho esfuerzo y  de paso le enseñe a los obreros como  cazar, chigüiros y venados rápidamente. 


El abuelo al ver mi inteligencia,  me regalo un lote de 12  toretes cebúes blanco bien morrudos, que puse a cebar en un potrero cerca de la casa. Después les cuento  lo de ese lote de ganado que  también fue  sensación para todos.
Agradezco la idea y contribución de Jorge O Vaca en este  relato.

martes, 28 de agosto de 2012

Un toro Cimarrón.


Un toro Cimarrón VS Toño.

Los toros cimarrones, son esos toros viejos, que permanecen  por años  escondidos en las matas de monte  comiendo y engordando; son difíciles de encontrar, amarrar y poner en un  camión para llevarlos al  sacrificio, son toros  de cuernos largos, gordos y muy bravíos que   deben manejarse con  personas baquianas y  siempre  montadas a caballo y con otras reses mansas que sirven de madrinas o acompañantes para que estos animales cimarrones salgan del monte y lleguen a su destino final los corrales y el matadero.



Toño a los diez años era un experimentado vaquero que había aprendido todas las faenas del llano y del manejo del ganado por enseñanza de su abuelo;  para el verano de ese año al abuelo organizó un trabajo del llano, que incluía buscar los toros más gordos para llevarlos a la venta.

En un hato tan grande  de 45.000 hectáreas era difícil encontrar a los cimarrones y se dejaban de ultimo para dedicarles tiempo y gente a su búsqueda, pero los vaqueros no gustaban de esa búsqueda por que  podían pasar días y días sin encontrar al  cimarrón y cuando lograban encontrarlo casi siempre salían mal heridos  ellos o sus caballos debido a la fiereza del animal.

Pero Toño ya casi hombre   muy aguerrido fuerte, luchador y arriesgado, salió solo en busca del cimarrón mayor, un toro  negro de unos 800 kilos de peso, cuernos de más de un metro de largo, ojos fieros y muy bravo, el animal era tan bravo que  con solo oir los pasos del caballo,  empezaba a bramar, y a escarbar con sus patas delanteras la tierra desafiando al vaquero para ver si este se bajaba del caballo y  ahí si poder cornearlo hasta  la muerte

Este toro Cimarrón solo había sido visto dos veces  en los últimos seis años pues era un toro muy mañoso, fiero y muy temido por todos los vaqueros del hato.

A la madrugada del día lunes Toño alisto su caballo cuarto de milla,  y salió con su sombrero viejo, su rejo, un poncho grande y un pollero con  comida para dos días, ( carne seca salada, patacones de plátano bien verde y una libra de avena) Toño debía ir bien preparado ya que a como diera lugar debía tener al toro cimarrón en los corrales a mas tardar el día miércoles antes del medio día, ya  que ese mismo día llegaban los camiones a  cargar el ganado gordo con destino a la capital.

Muy a las 4 de la mañana el abuelo le dio un trago doble de aguardiente para el frio, la abuela de dio un buen desayuno, le empaco  su pollero con la carne seca, los patacones y la avena y le  dio la bendición  mientras los demás vaqueros  se burlaban socarronamente de su misión.

Como a eso de las  once y media de la mañana llego al lugar en donde habían visto al cimarrón la ultima vez; pero como este animal salvaje, de solo escuchar los pasos del caballo se volvía más fiero, Toño  decidió  apearse  de su caballo cuarto de milla  e irse caminando descalzo solo con el rejo su sombrero y su poncho fieles acompañantes de las faenas, muy sigilosamente fue entrando hasta  la mata  de monte,  hasta que vio pastando en un claro del  bosque al cimarrón, entonces empezó a silbar un pasaje llanero y  asi  fue domando suavemente al animal bravío  y de manera lenta muy lenta, logro sacarlo de la mata de monte como a eso de las tres y media de la tarde, eso si  la acción debió ser de manera cautelosa, sin que el toro cimarrón lo  viera   ya que  podía correr riesgo su vida y  la misión fracasaría.

Así el toro fue saliendo lentamente del monte  y cuando ya estuvo de frente a la sabana, Toño ya no podía esconderse por lo que decidió jugarse el todo por el todo,  y arranco a correr sabana adentro llevando siempre su  rejo y su poncho y su sombrero  hasta donde había dejado su caballo para que el toro lo persiguiera y asi sucedió el toro  corría tras de él  por más de  2 kilómetros, y  Toño ya  muy cansado sentía que  lo iba a cornear, pero como era joven tenía mucha agilidad  y se le capeaba   siempre, en  uno de esos momentos de angustia pensó este  toro no me va a ganar y  se agacho muy cerca de una casa de termitas poniendo el poncho sobre ella para que el toro le embistiera y asi sucedió, el toro embistió, muy fuerte al poncho que cubría la casa de las termitas y quedo atrapado allí pues su peso , su fiereza y su gran cornamenta  lo dejo ahí  atrapado y  atontado, por lo que Toño aprovecho rápidamente para ponerle el rejo en los cuernos y subirse rápidamente a su caballo cuarto de milla y  amarrar al fiero animal a la cabeza de la montura y  asi  hasta el corral del hato.

Fue tan  impresionante la forma como quedó el toro allí atrapado, que no pudo salir solo, ni tampoco con la fuerza del caballo, por lo que nuevamente se tuvo que apear del cuarto de milla y  ayudarlo a salir halándolo del rabo hacia atrás.

El toro cimarrón de 800 kilos que nadie había podido  enlazar y que todos los vaqueros le tenían miedo  había perdido la batalla frente a Toño, ese día el toro  se fue mansamente  amarrado con su rejo  y sujeto a la cabeza de su montura, caminaron durante varias horas y  como a eso de las 11 de la noche ya estaba nuevamente en la  casa  desaperando su caballo y  desempacando la comida que su abuela le había empacado ya que no había tenido tiempo de  comer  ni tomar nada por estar  en la lucha con el fiero animal.

Esa misma noche se acostó a dormir muy cansado y al siguiente día, a las 4 de la mañana cuando se levanto, el abuelo, la abuela y los obreros no podían creer que  en un solo día  y él  solo, con su caballo su sombrero, su poncho  y su rejo  le había dado  cacería al toro negro cimarrón de 800 kilos que duro muchos años en el monte y que todos temían por su fiereza.

El Tigre y el Güio



TOÑO.

Toño sin miedo un personaje  que vivió hace muchos pero muchos años en los llanos del Casanare;  contaba historias  sobre sus vivencias que tuvo mientras vivió en la finca de sus abuelos; Toño murió a los 98 años en los brazos de su amada esposa y en la tierra que un día lo vio partir hacia la  llanura infinita (Miraflores)  tierra que  quiso y amo por siempre y que con nostalgia llevo en su corazón,  así mismo fue dejando  año tras año, en los que escuchaban las fenomenales historias de sus cuentos y vivencias un sentimiento de amor y pasión por los llanos orientales.


TOÑO, EL TIGRE  Y  EL GÜIO.
En el hato de Santa Helena,  de unas 45.000 hectáreas y con mas de 60.000 reses entre  vacas  terneros,  y toros cimarrones, Toño a los 5 años debía ir a arriar todos los días a las 4 de la tarde los becerros para el corral; eran  más  o menos unos  200 becerros, cuyas vacas paridas, cachonas,  feroces y bravías pastaban a  unos cuantos km de distancia del corral en donde debían pernoctar los becerros para  que al siguiente día se pudieran ordeñar las vacas.

Toño como siempre activo y juguetón una tarde por estar  jugando  olvido la labor diaria de ir a las 4 de la tarde a arrear los becerros para el corral, cuando se acordó eran más o menos las seis y media de la tarde y  ya estaba la penumbra muy adentro del día; cuando  se acordó, salió corriendo a realizar la labor que siempre había tenido bajo su responsabilidad;  pero como era ya muy tarde, no pudo alistar su  caballo  cuarto de milla que su abuelo le había regalado para que  lo acompañara en las faenas del llano;  entonces salió corriendo a toda velocidad y descalzo hasta los potreros en donde pastaban vacas y becerros; allí empezó a  buscar,  a juntar  y a separar los becerros de sus madres, pero como eran muchos y estaba ya oscureciendo; decidió  amarrar a uno de los terneros y montarse en pelo sobre este y a toda  carrera empezar  a arrear a los demás; en ese momento entro bajo una mata de monte y allí rápidamente  agarro de un árbol un bejuco que colgaba, y con este le daba fuete a su becerro  que le servía de corcel y arreaba a los otros 199, dándoles fuete para que se apuraran.

En cuestión de no más de media hora tuvo los  becerros en el corral y  ya más calmado se desmonto y cuando fue a quitar el lazo de la cabeza del becerro que había servido de corcel, se dio cuenta de que el animal que había montado no era un becerro sino un TIGRE.


Toño muy asustado, caminó con rapidez y al ver al piso vio  que el bejuco que igual había usado se movía lentamente, al alumbrar con su linterna que nunca le faltaba, vio que el bejuco que había agarrado de la mata de monte no era un bejuco sino un Güio  (serpiente grande tipo boa constrictor  o anaconda) de más o menos tres metros de largo  con el que había  podido darle fuete a los becerros y terminar su trabajo del día rápidamente. Pero eso no le preocupo,  nuevamente tomo el   Güio y  a fuete saco el tigre del corral de los becerros para evitar que  esa noche el tigre se comiera a uno de ellos y  al Güio,  lo dejo  que se fuera nuevamente al monte; tal vez en una próxima oportunidad le volvería a servir de látigo.

Los cuentos de Toño continuaran en los siguientes relatos.


domingo, 5 de agosto de 2012

FIERAS Y BESTIAS.


En Miraflores.

Como es  tradicional en toda Colombia, en pueblos y veredas los reinados y las fiestas tradicionales, Patronales y  demás, son celebradas  religiosamente  en una fecha especial del año.

Todos los habitantes o por lo menos la gran mayoría, las esperamos, como el campo seco ansía  las abundantes y frescas aguas de abril.

Las fiestas de mi pueblo, se han celebrado de manera tradicional  en  el mes de Enero, mes que coincide con el verano y las cosechas; hace unos años  se celebraban año tras año; pero después por sugerencia de varios se definió que fuera cada dos años, debido a que una vez terminan las ferias y fiestas, los habitantes del municipio quedan como sobaco de rana (pelados). Y eso se ha venido haciendo desde años atrás; lo que  en realidad por un lado permite mayor acomodamiento económico y mayor ansia en sus pobladores para cuando llegan cada dos años.

Es que  todos los  lugareños somos al igual que los romanos, nos interesa y nos regocijamos con el circo y por supuesto los gobiernos no  lo dan y nosotros lo disfrutamos vehementemente.

Como todo evento tradicional, las ferias y fiestas del pueblo marcan  un momento de alegría, parranda y desahogo  que como terapia saca del estrés a todos los que las disfrutamos, y  le  adiciona el mismo a todos los que tienen la responsabilidad de organizarlas.

Hace  años las fiestas del pueblo era un evento que además de alegría, tenían penas y melancolías, porque  casi siempre  en todas las ferias  y fiestas no podían faltar las peleas y por supuesto los muertos,  por lo que el hospital local, y todo su equipo debían preparase con la debida anticipación para esperar  unos cuantos heridos,  y el sacerdote de turno , las funerarias  y el cementerio unos cuantos muertos. Todo porque en esa época  la intolerancia, local era diferente a la de ahora,  que sumado a las altas dosis de licor, machismo, y revancha se reflejaba en las vidas y riesgos de  varios de los que participaban. De  estos  sucesos salieron dos dichos populares locales  uno que no se llaman “Ferias y Fiestas”  sino “FIERAS Y BESTIAS” porque  se peleaban como fieras y  se bebía como bestias; y el otro “Fiestas sin muerto no son fiestas y la platica se pierde”.

La preparación de las fiestas se hacía con anticipación  formando los famosos comités de fiestas, que se encargaban de actividades específicas dentro del desarrollo de las mismas,  y de los famosos reinados.

Los reinados locales consistían básicamente en la busqueda de tres jóvenes damas que representarían a tres gremios destacados,   como transportadores, comerciantes y ganaderos. Luego cada gremio con su candidata, la cual siempre era acompañada de un equipo  de trabajo igualmente dispuesto en comités que le  ayudaban y facilitaban  la labor mientras duraba el reinado.

Las candidatas y sus comités, debían realizar una serie de actividades con el apoyo de sus gremios que año tras año eran muy similares,  rifas, bailes, bingos, y esta actividad empezaba desde mediados de noviembre, y terminaba en enero el día de la coronación de las aspirantes a reinas.

Lo tradicional era  desarrollar actividades que le permitieran a cada una de ellas obtener la mayor cantidad de dinero que era depositado en Urnas,  y la ganadora era aquella que más dinero colectara  al final del reinado;  acá no importaba cual era la más bonita o la más simpática, lo que importaba era la cantidad de dinero que  lograba obtener durante  los meses de actividad.

Una de las  cosas interesantes de ese entonces, era  la construcción de las casetas por parte de cada equipo colaborador y gremio; entonces se construían las mismas  usando tablas  de madera, tejas de zinc,   y canecas llenas de tierra o arena, las cuales eran llenadas y  dispuestas   adecuadamente para soportar los  postes de madera   que servían como punto de apoyo para hacer el  cerramiento, luego de eso se colocaba sobre el mismo carpas de  camiones o de plástico que servían para protegerse  en caso de lluvia. Las casetas se construían una por el  frente del hotel Lengupá, otra por el lado de donde quedaba la caja agraria y otra en la plaza de mercado y  a cada  caseta asistía  un público afín con la candidata.

Todas los noches y en especial el fin de semana la  rumba allí era infaltable,  y a las notas  de los negros del ritmo que se ponían sobre un pequeño tocadiscos, y después en un  equipo de sonido,  se bailaba  con la candidata de la caseta, o con las damas  que la acompañaban, mientras  un improvisado animador   con palabras de alegría animaba a que se saliera a bailar, pero también a participar de la rifa bien de una novilla o de dinero en efectivo,  asi mismo se hacia el remate del baile  con la candidata; luego para  poder bailar con ella, se debía pagar un dinero y ganaba el que más  alto pusiera un monto, algo a si como un remate de martillo,  en algunas ocasiones el remate incluía  beso de la candidata al parejo; y por obvias razones ese  baile valía más. Claro el beso era solo en la mejilla, nada más. En otras  ocasiones   se contrataba un conjunto musical    o una orquesta que tocaba y animaba la fiesta toda la noche. Generalmente  quien hacia parte del conjunto era Jesús Rojas  Chucho más conocido como Chucho Maracas, un  legendario y apasionado músico,  que  ha acompañado las fiestas  y rumbas  desde hace muchas generaciones



Los bailes  eran hasta bien tarde de la noche y  al siguiente día, si era un día de mercado, las candidatas y su sequito, salían  a recorrer las calles del pueblo; todas muy bien vestidas, peinadas y perfumadas, portando  una banda hecha en cinta  de satín e impresa en ella el nombre de la candidata y la terminación 1ra, todas las letras hechas con un material brillante;  a medida que iba caminando por las  calles del pueblo, iba deteniendo a cuanto hombre pasara por su  lado y  ponía sobre su pecho un pequeño moño hecho en cinta de dos colores, los cuales habían sido seleccionados  con anticipación y era los que identificaban  a cada  candidata, bien si era de los ganaderos, transportadores o comerciantes,  ya una vez puestas las cintas de colores  se acercaba  otra persona con   una urna y allí el seleccionado  disponía su colaboración, en una ocasión, un señor  no colaboro, por lo que una acompañante le dijo "Colabori Mapariu, como pa la moza si tieni" acto seguido la colaboración fue grande,  en ocasiones la candidata iba a donde Diomeno,  o a otros  lugares a donde tomaban fotografías  y ordenaba  sacar miles de  fotos  de tamaño pequeño, mismas que eran dispuestas junto a las cintas sobre el pecho de los transeúntes bien acomodadas con un alfiler.


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El trabajo era arduo para las candidatas y  sus colaboradores, los cuales trabajaban ad honorem con los beneficios de poder entrar a todo  lado sin pagar y disfrutar de los diferentes bailes; al final del proceso,    las candidatas recibían un porcentaje de lo recaudado y  terminaba con la coronación de la  ganadora.

La coronación era un acontecimiento municipal y la fiesta se hacía en el club social y en  ocasiones en   una tarima  en el parque principal o la plaza de  mercado.

La coronación  de la reina popular, incluía un pequeño desfile,  una entrevista pequeña, y el anuncio de lo recaudado, mientras eso ocurría todos  muy pendientes, escuchando, aplaudiendo y viendo  lo que iba ocurriendo  y de vez en cuando se nos salían las babas mientras mirábamos a las damas, pasábamos saliva y  ansiábamos poder tenerlas cerca para insinuarles cositas a las  referidas.

En alguna ocasión   en una entrevista le preguntaron a una de las candidatas  cual es su plato predilecto?,  y ella muy orgullosa, sonriendo  y sacando pecho  y con mirada de soslayo respondió de manera inmediata, Mi plato  favorito es el ESMALTAO.  

Esos eran los reinados locales, tiempo después ya se  empezaron a hacer los reinados regionales, en los cuales participaban candidatas de todos los municipios de la región del Lengupá, eso sí sin dejar de lado el reinado local, el cual era de gran importancia para la recaudación de fondos que   se usaban como apoyo para el desarrollo del reinado regional.

Las  ferias y fiestas  de Miraflores, han sido  siempre muy particulares, no solo por la participación de toda la región, sino por su gran feria ganadera y equina, los espectáculos de  pólvora o juegos pirotécnicos, las corridas de toros, la cabalgata, las verbenas populares y  lo mas bueno de todo la alborada que inicia una vez termina la verbena popular  a las cinco de la mañana y que se hace con una banda pelayera ( papayera) que  va tocando por todas las calles del pueblo mientras nosotros los borrachitos vamos bailando, tomando mas trago, echando pólvora y maicena  por montón.

No puede faltar la cabalgata, la cual  es uno de los eventos claves que imprimen más altura al evento, el caballo fiel compañero de faenas y  orgullo de los lengupenses,  también es participe, con antelación se prepara todo tipo de caballos finos de paso y  normales,  también van allí  machos , mulas,  y hasta burros , por que  salir ese día a la cabalgata  asi sea sobre un palo de escoba, es  muy importante,  mientras los caballos  bien aperados trotan por las calles  llevando sus jinetes hombres y mujeres,  con sombreros  y ponchos , amarros y demás   va sonando la música de la banda  (Pelayera) papayera, se va tomando trago y como se dice coloquialmente “jachosiando”,  es tan grande el  “Jachoseo” que  hasta los caballos lo hacen de acuerdo al estrato  y dueño; por supuesto ellos también saben pedir  de acuerdo al bolsillo.


Es así que  cuando un caballo normal, sencillo y  de trabajo golpea el piso  con sus  manos es porque está pidiendo Herraduras,  mientras el caballo fino, de dueño mas   pudiente golpea un barril de cerveza y de paso lo que está pidiendo también es un ROLEX.


Las corridas de toros son otra parte esencial y tradicional del evento,  cuando no  había una construcción sólida como la de ahora, las corridas se hacían en un encierro  de madera que  denominaban barrera, misma que era armada por el empresario  asignado por el municipio para la explotación y comercialización del evento durante las fiestas. 

Esta barrera se hacía en la plaza de mercado   y hasta allá  llegábamos todos  con los deseos inmensos de ver  el espectáculo, bien fuera pagando o colándonos  para  disfrutar  de la corrida con los toros criollos o de casta, el toro para el público, los enanitos toreros,   los caballos rejoneadores y  la música popular, que era interpretada por músicos foráneos, mientras en los palcos  la banda pelayera no cesaba de  tocar  a la señal del presidente de las ferias y fiestas o al pedido del público.

Las corridas de toros eran un espectáculo en la que casi siempre los toros  salían de muy regular calidad, y los picadores de las cuadrillas   les bajaban la poca fiereza de manera cruel y despiadada, por lo que todo el público se paraba echándoles la madre, mandándole botellas y diciéndoles una serie de improperios hasta que cesaba la picada del pobre animal. En el último tercio en donde el torero enfrenta el toro  a muerte,  todos los espectadores en silencio esperando el fatal desenlace, pero casi siempre el torero fallaba en  la entrada de la espada sobre el animal; luego todos ya bien prendidos por todo el licor consumido, empezábamos a chiflar, a madrear y a ser soeces mientras  al unísono  gritábamos voz en pecho  ¡CHUCHO MESA! !CHUCHO MESA!, !CHUCHO MESA!, !CHUCHO MESA!.

Chucho Mesa un hombre que nació bajo la ubre de una vaca y  toda su vida  ha estado  a la sombra del ganado; era uno de los obreros más empleados en la vaquería, precisamente por su experiencia en  las diferentes faenas del ganado, pero también era   una de las personas que en el matadero municipal hacia el sacrificio de todo el ganado que se consumía en el pueblo, por lo que la experiencia en el  amarre y sacrificio de bovinos era  probada  y certificada por más de veinte años de experiencia. Luego si el torero  y su cuadrilla no podían terminar con la vida del toro, lo más idóneo era que chucho lo hiciera y entonces de manera sarcástica se gritaba ¡Chucho Mesa!, ¡Chucho Mesa!.

En este proceso de las corridas de toros, hay dos eventos interesantes, el primero  cuando  salen  del hotel los toreros y sus cuadrillas todos con sus trajes de luces y  demás, con destino a la plaza de toros, casi siempre acompañados de  la banda pelayera (papayera), los mirones, el alcalde, el presidente de ferias y otros personajes importantes, como “Pericles Carnaval”;  el segundo evento  tiene que ver con la muerte y entierro de Pericles carnaval; un muñeco hecho de trapo, relleno de pólvora, el cual lleva máscara,  Pericles simboliza,  la festividad, la felicidad y rememora al Pericles griego. Pericles carnaval tradicionalmente en las fiestas del pueblo, es aquel que  imprime la alegría  que nace con el evento y termina con el mismo cuando muere y lo llevan a enterar. 

Después de la última corrida, Pericles es sacado en brazos y es acompañado por los dolientes que llevan velas mientras  le cantan  letanías y se lee el testamento. Este testamento es una forma  o un medio especial para criticar  directamente  con sátiras fuertes, y humor pesado la situación política y privada de algunos personajes locales  regionales o nacionales. Recuerdo  que la persona  que gustaba  mucho de este asunto del Pericles era don Guillermo Martin,  más conocido como “Fosforito” y popularmente como “El Jósoro” siempre  don Guillermo era el encargado de  acompañar a Pericles,  de  redactar y de leer el testamento, mientras las plañideras llevaban las velas, lloraban y respondían a las letanías   con un “libranooos señoooor”.

Después del entierro de Pericles, la coronación de las reinas y la verbena popular las fiestas finalizan dejando alegría,  recuerdos, novias, embarazos, despechados, abandonados, enamorados, separados, arrejuntados, arrepentidos,  los bolsillos pelados, un cansancio  general por toda  la rumba, un guayabo producto de todo el licor que bebimos como bestias y  que  disfrutamos  sanamente sin peleas, ni muertos, ni heridos, porque  la tolerancia ha cambiado  y ha mejorado la convivencia;  bueno por lo menos en las fiestas a donde el propósito de todos es disfrutar  y no pelear  como fieras, durante los cuatro días que dura el acontecimiento.

Por todo esto; yo no pienso faltar en el siguiente año a las Ferias y Fiestas de Miraflores por que de verdad son buenas;  entonces allí estaremos muchos con nuestro  poncho y sombrero, bailando como fieras y bebiendo como bestias  y  exclamando !QUE VIVAN LAS  JIERAS Y BESTIAS DE MIRAJLORIS!  porque  llegamos jue a bailar como matando hormiga,   a tomar guardiente,  a umar garrillo y   a decir  Jeputa, que  pueblo mas regonito lleno e damas y toitos junticos en paz a disjrutar  y a parrandiar en estas Jiestas. 

PD: Agradezco a todos los autores de las fotografias, los cuales no puede confirmar para darles el crédito respectivo.