Anécdotas, Cuentos, Historias

lunes, 25 de noviembre de 2013

HEROES DESCONOCIDOS.


En la toma de Páez.

 
 
Cuando se libró la guerra entre hermanos liberales y conservadores de los años SIN CUENTA en la región del Lengupá;  hubo  múltiples episodios que dejaron huellas imborrables en  toda  la población, los cientos  de  asesinatos , los desplazamientos forzados ,  la orfandad, el hambre y  la desolación, fueron los protagonistas del entonces,  cuando se enfrentó el  ejército, que acompañado de los chulavitas,  y la complicidad de  la iglesia católica del entonces, contra los liberales, cachiporros o bandoleros de la época;

En cada enfrentamiento, que ocurría a diario, desde el municipio de Rondón, hasta el municipio de Campo Hermoso,  pasando por los demás municipios con sus veredas y traspasando los límites geográficos  de la región del Lengupá, hasta llegar a tierras casanareñas  a municipios como Monterrey y Tauramena, habían múltiples anécdotas y episodios que muy pocos pudieron contar años después  a sus nietos y biznietos,  con  precisión y detalle.

Don Cerveleón Caballero, un hombre que para  el año  1977 tenia aproximadamente unos  55 años, vivió en  un pequeño lote de terreno de una finca  en Páez,  en la vereda  california, terreno que el propietario de la finca dio en calidad de préstamo, permitiéndole construir un pequeño rancho de madera y hojas de palma, y  donde  se pudo establecer   después de la firma  de la paz y entrega de armas, que ocurriera  en Monterrey Boyacá hoy Casanare, entre Guadalupe Salcedo  Unda, en representación de los combatientes liberales del llano y  el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla.

Cerveleón, tenía como destino final Miraflores su pueblo natal,   y del cual se había  tenido que despedir  en el año 49 a sus 27 años, porque su familia fue masacrada en la quebrada la Susía por un grupo de chulavitas que  perseguían y asesinaban  a quienes  fueran liberales. Pero solo llego hasta Páez a la vereda de California, en donde encontró trabajo, alimentos, ayuda  y un lugar para vivir y allí se quedo hasta el día de su muerte ocurrida  un mes de abril del  año 1998, por  la picadura de una serpiente.

Cerveleón conto a sus biznietos  varios episodios trágicos de lo que es la verdadera guerra, y la postguerra,  contaba cómo  ejercito y liberales, después de la  firma de la paz, debían  comer plátanos verdes  muy verdes, sin cocinar,   ya que todos los cultivos  y el ganado, habían sido arrasados y  destruidos por la tropa,  contaba  sobre sus largas jornadas caminando,  con sus armas, aguantando hambre y sed mientras  llegaban los abastecimientos del comando general,  contó cómo fueron muchas emboscadas,  en donde  unos pocos y con armas muy rudimentarias  escopetas de fisto, asestaron  golpes al  ejercito y se “apertrecharon” de mejores armas  o fusiles que en ese entonces era la dotación oficial del ejército.

Uno de los episodios que mas llamo la atención, fue el corto relato que Cerveleón contara sobre la toma de Páez, cuando  en  el municipio se había instalado un fortín Chulavita, que  era comandado por tres conservadores   dos de Campo Hermoso y  uno de Rondón, que  tenían bajo su mando  34  hombres de la vereda de chulavita y  quienes estaban al mando de un  capitán del ejército de apellido Mendoza, oriundo del municipio de Sevilla Valle. El capitán Mendoza, había llegado a Páez, con 47 soldados, caminando  desde Miraflores, por la vereda del Morro y pasando luego por la Buenavista, sobre las riveras del rio Lengupá, avanzó con sus hombres durante días hasta llegar al Mincho y de allí hasta Páez, en una travesía que duró 45 días.

El conocimiento de  su recorrido, así  como el número de hombres al mando del capitán y   de los hombres que estaban acantonados en Páez, fue producto de la inteligencia militar de los liberales, los cuales recibían información del viejo Pedro de Miraflores, de Encarnación Morales y  otros liberales, los cuales en coordinación con los hombres de los Bautista, designaron a Cerveleón para que  realizara una estrategia de seguimiento, ya que Cerveleón, conocía perfectamente los diferentes caminos y veredas, entre Miraflores y Campo Hermoso, así como a las personas de más confianza dentro del grupo de amigos  liberales, mismas  que   pasaban desapercibidas por el ejército, la policía  y los chulavitas; todos, eran hombres de bajo perfil, campesinos, que  apoyaban muy en silencio la causa. Fué asi como unos pocos  días antes de iniciar el recorrido para hacer la inteligencia  y dar seguimiento a la tropa, Cerveleón,  reunió a  los tres hombres de más confianza  para comentar su estrategia  para seguir al enemigo.

A las  8 de  la noche se reunieron por el lado del barrio el Rayo, en Miraflores, Cerveleón Caballero, Melitón Ramírez, Adonaí Sánchez y Januario Leguizamón,   en una casa que estaba  ubicada sobre  el camino de piedra que conduce hacia el rio Lengupá  unos 150 metros de lo que hoy se denomina el  chorro del aguardiente, en ese entonces, una quebrada de  aguas muy cristalinas, caudal, permanente, y mantenido en el verano, denominada la cristalina.

Allí en la cristalina, bajo la luz de la  luna, se  dieron las instrucciones, las cuales  consistían básicamente en repartir el camino  a recorrer en 4 partes,  y a cada uno se le asigno un trecho con el fin de  no despertar sospecha por parte de los conservadores, el ejercito   la policía y los chulavitas.

 A los 45 días  la inteligencia liberal llego  al igual que la tropa a Páez, y de allí se dirigieron con destino a la cuchilla de el cantor, en donde estaba la base militar liberal  y desde donde se tomaban las decisiones más importantes del combate  entre lo que es hoy Casanare y  Boyacá. Allí en el Cantor, se recibían ordenes directas de Guadalupe Salcedo a través de los Hermanos Bautista y  de los Fonseca quienes en su conjunto coordinaban  el accionar frente a los conservadores y demás.

En una noche de luna llena a la una y media de la mañana, llego a la base del cantor  Guadalupe Salcedo en compañía de los hermanos Bautista, de Dumar Aljure y otros comandantes de la región,  sorprendiendo a muchos de los que allí  se encontraban; pues esta operación era un de las mas secretas que se manejaran en ese entonces, ya que esa misma noche se planificaría “LA TOMA DE PAEZ”.

A los que integraban la inteligencia militar que eran solo 6 en ese frente, se les llamo y en compañía de Guadalupe Salcedo, los hermanos Bautista, y los Fonseca,  en un cambuche improvisado   bajo los árboles y cubierto con  hojas de palma, mientras los cocineros servían tinto caliente  y aguadepanela, se dio inicio a la planificación de este  golpe que de salir bien  haría estremecer los llanos.

Páez, al ser cuna de liberales   era un  punto muy deseado por los conservadores y los chulavitas y  fue por eso, que meses atrás habían masacrado a muchos inocentes  incluidas mujeres y niños y los chulavitas se habían apropiado del pueblo haciendo de él,  un fortín  que  bajo la protección del estado y el contubernio de los sacerdotes de la época,  era permitido toda clase de vejámenes contra liberales y no liberales.

El día del golpe, correspondía a un domingo  a las  6 de la mañana y el golpe tenía que   estar dado antes de las 12 del medio día, para ello, enviaron a unos emisarios  desde el día Jueves, a que  se estuvieran  allí en el pueblo, para que el día sábado en la noche, trataran de brindar  licor y guarapo a varios de los conservadores, a la policía, al comandante del ejército y  a  los chulavitas, para ello se valieron de la ayuda de varias tenderas de las guaraperías que habían quedado viudas, o habían sido abusadas sexualmente,  y que precisamente por esto no podían estar en paz con los militares del entonces ya que  su sed de venganza, estaba siempre presente en sus vidas.

Ese sábado en la tarde, se instaron varios de los indicados en las diferentes guaraperias, y sin tomar mucho, brindaron trago y guarapo a cuanto personaje llegaba especialmente a los enemigos políticos, es asi como a las 8 de la noche,   debieron llevar en hombros hasta el cuartel, al comandante de la policía, al comandante del ejército, y  10 de los mas importante hombres de los chulavitas,  mas una veintena entre conservadores, soldados, chulavitas y otros  de mas bajo perfil; pues la celebración fue en grande y  se había logrado ya un primer objetivo.

El Domingo muy a las 4 de la mañana el  pueblo estaba rodeado por  más de 120 hombres  que llegaron de las cuchillas de la Gurupera, La Viola, el Cantor y el Palmichal,  mientras  que  varios frentes, se aproximaban por  varios de los puntos principales y estratégicos del municipio de Páez, es decir, por los diferentes puntos cardinales precisamente por los límites geográficos que  separan al municipio con sus vecinos asi; el primer frente entro por el norte, por los limites con Berbéo, San Eduardo  y Aquitania,  otro por el oriente,  límites  con Chámeza, Tauramena y Monterrey, otro por el sur, límites con Sabana Larga y San Luis de Gaceno, otro por el Occidente, límites con Campo Hermoso y Miraflores.

La estrategia consistía en que    una vez el sacerdote  llamara a misa de cinco de la mañana, todos los que rodeaban al pueblo, debían estar preparados para el asalto al cuartel de los chulavitas. Para ello enviaron a un  liberal, vestido con uniforme de soldado oficial, llamado Severino Buitrago, que  acompañado de 7 hombres más, todos debidamente uniformados como el ejército  y 5 mulas de carga,  a que llegaran hasta  la puerta del comando, mientras  otros se apostaban cerca de la iglesia, con el fin de  encerrar allí a los conservadores, que a esa hora hacían sus plegarias y pedían al SEÑOR fuerza para derrotar a los liberales, mientras los demás cercaban el pueblo en anillos  por los diferentes flancos.

Los caminantes que avanzaron desde días antes desde las fronteras, ese día  llegaron todos  a su puesto de control cercando el pueblo  a una distancia  de no más de dos kilómetros, a fin de evitar  fugas o que llegaran refuerzos oficiales al municipio.  Es asi como se instalan por la  Horca, la salida para Sirasí, la salida del Mincho, y  por otros lugares dispersos, cercanos formando un gran  anillo que cerraba el paso  totalmente.  Al frente de cada escuadrón  pusieron al mando a  los mejores del momento,   como  Hermognes Cuervo, Desposorio Vargas,  Nonato Guzmán, Primogénito Fonseca y  Hermenegildo Plazas, entre otros, mientras que Cerveleón, Melitón Ramírez, Adonaí Sánchez y Januario Leguizamón, junto con Bethsabé Zubieta. Se movían por el pueblo dando señales y alarmando sobre movimientos tácticos del enemigo.

Severino Buitrago, los 7 hombres de escolta,  junto a sus mulas de carga, a las seis y media de la mañana estaban golpeando los portones grandes de madera color verde, que protegían el fortín chulavita, mientras los otros apostados cerca a la iglesia y a los alrededores del parque, esperaban el momento.

De adentro del fortín militar, gritaron  con voz ronca, quien es? Severino, grito  somos  los refuerzos que mandaron del gobierno y venimos a traer  peltrechos  para reforzar a los hombres que están  combatiendo a los cachiporros.  Que pasen  rápido, nuevamente respondieron de adentro, en ese momento  abrieron los portones que daban paso al interior del fortín y cuando el centinela abrió , de inmediato le cayeron encima y lo silenciaron, sin darle un segundo para que avisara, de manera inmediata los hombres de Guadalupe, entraron y uno a uno fueron despidiendo para el otro mundo a los policías, soldados y chulavitas que estaba acantonados  dentro, y pusieron presos a los comandantes  quienes no fueron capaces de levantarse y de responder el feroz ataque debido a la borrachera y guayabo que tenían después de esa noche de sábado cuando libaron licor y guarapo ofrecido por la gente de Guadalupe, por montón, en todas las guaraperías de Páez.

Mientras el asalto al cuartel, ocurría, en la iglesia el sacerdote del momento no se daba por enterado y su sermón avivaba el fuego en contra de los liberales, fué ahí, cuando entró otro  comando a la iglesia y   sacaron a muchos   conservadores y chulavitas que estaban  en la misa, algunos lograron escapar y refugiarse en lo alto de la iglesia  pero fueron encontrados y sacados de allí. Uno de los tantos chulavitas, que sacaron  de la iglesia arrodillado le manifestaba a Januario Leguizamón que  él era liberal y que  no tenía nada que ver, sin embargo  una de las fieles le grito “Godo HP ahora si siente miedo, como no sintió miedo cuando mato a mi marido y   mi cuñado en el Mincho”, y fue lo suficiente para que Januario lo sentenciara, no sin antes llevarlo ante  Cerveleón para que se tomara  la decisión final, mientras caminaba pedía perdón a gritos ,  y al ver que no había respuesta decidió   gritar  “cachiporros Hps  esto no se queda asi ya verán cómo vamos a derrotarlos”,  y mientras gritaba “soy conservador   y yo si soy  hijo verdadero de Dios”, recibió un  golpe con un garrote en la cabeza,  por parte una señora que    era la madre de una hija de 14 años, a la cual este  chulavita, la había violado y luego la había matado porque  no accedió a irse con él para su pueblo natal Boavita.

Este golpe al cuartel chulavita en Páez,  fue  uno de los más duros golpes que dieran los liberales a sus enemigos y fue tal que la voz de la acción, recorrió rápidamente por campos y veredas hasta los  municipios de Tauramena y Monterrey, de manera que se celebro por días y como  se pretendía desde el momento de la planificación, este golpe, hizo estremecer los llanos.

Años después de que esta historia,  fuera contada por Cerveleón, el compositor Mirafloreño  Ciro Hernández, compuso  la canción que le obsequiara a Arnulfo Briceño, cuando estudiaba en  la Universidad Libre en Bogotá, para que  Arnulfo  le hiciera los respectivos arreglos y  le pusiera la música, canción que fue  denominada la Toma de Páez y que fue un éxito musical en  todo Colombia.

domingo, 3 de noviembre de 2013

EL ÚLTIMO SUSPIRO.


Carmen Julia.

 
 
A los 18 años, Carmen Julia,  ya era madre de 2 hijos, cuando su esposo   la dejo para siempre,  desde un fatídico domingo cuando  al estar presenciando   una pelea en  una cantina cerca al ocobo recibió dos impactos de bala que le causaron la muerte instantáneamente. Benedicto, mientras caía al suelo lentamente,  apretaba contra su cuerpo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y le pedía a la virgen protección para su esposa y sus  hijos, mientras su vida se perdía entre los gritos  de la muchedumbre, y la mirada atónita de  unos cuantos espectadores.

Carmen Julia  a los pocos meses luego  de la muerte de su esposo, salió de la  vereda de  Chapasia, hacia la ciudad de Bogotá,   por consejos de una amiga, quien le manifestó que allí podía salir de pobre; sin pensarlo mucho, vendió las doce gallinas que tenia, los dos marranos,  una vaca recién parida,  y con los pocos pesos, tomo sus pertenencias, las dispuso en un costal de fique  y junto a sus dos hijos salió con rumbo a la gran ciudad,  en busca de un nuevo futuro para ella y sus dos hijos.

El bus de la empresa Márquez y Lengupá, la llevo hasta la capital,   y  la dejo en el barrio 7 de agosto, donde empezó a buscar un lugar donde hospedarse, encontrando después de muchas horas de búsqueda, una habitación, económica en una residencia  de esas que abundan en  las ciudades, a donde  se alquilan habitaciones  por horas   o por días, para calmar las necesidades hormonales  y deseos sexuales, de hombres, que acompañados de perfumadas mujeres, entran y salen las 24 horas del día.

Carmen Julia, todos los días se levanto a las 4 de  la mañana a hacer  el tinto, a preparar  el desayuno y a colaborar con todos los trabajos de la finca, por lo que su reloj biológico al llegar a la capital seguía funcionado de la misma manera, sin embargo, a  partir de su llegada, no había motivo, por lo menos por ahora para levantarse tan temprano,    y menos  cuando los  gemidos eróticos  y los múltiples ruidos provenientes de   las camas y puertas  de las habitaciones contiguas, no le habían permitido conciliar el sueño.

Sus pocos ahorros día a día,  y a paso muy acelerando, se fueron agotando, en los gastos diarios de alquiler de habitación, y alimentos para ella y sus dos hijos, mientras iba buscando un trabajo digno que le permitiera sobre vivir en la gran urbe.

A los dos semanas  de su llegada a Bogotá, se pudo emplear  como cantinera, en un bar, devengando  solo unos pocos pesos, que   no alcanzaban  sino para el pago de la renta  y muy poco para la alimentación y demás gastos de la familia, por lo que tuvo que ayudarse en el día, lavando  y planchando ropa,   limpiando pisos, y en cuanto oficio saliera, mientras llegaba la noche para irse a atender allí en el bar del 7 de agosto   denominado  “ el último suspiro”  un  bar de vieja data  que estaba contiguo a la puerta del cementerio del 7 de agosto.

El “último suspiro”  era frecuentado por trabajadores de la plaza de mercado, del cementerio, de los talleres de mecánica y por un sin número de habitantes de la zona, que noche a noche  se ponían cita allí para libar licor acompañados de algunas trabajadoras sexuales de la zona.  Carmen Julia, una mujer que aún conservaba  los rasgos  juveniles, era muy pretendida por todos los visitantes, del bar y protegida  por la propietaria  del lugar, FELISA, una mujer soltera   que  había nacido allí en el 7 de agosto y había heredado de su madre  “EL ULTIMO SUSPIRO”;  Felisa a sus 45 años, había perdido a su única hija  cuando  la  menor celebraba los quince años, por lo que había quedado sola en su vida, y a pesar de su trabajo, de sus sufrimientos y su calidad de vida, aun conservaba una figura que sobresalía  fácilmente en la penumbra del Último Suspiro , su  estatura de 1,80 metros, sus largas piernas, sus lactas  y caderas protuberantes, sus ojos claros color miel, sus cejas depiladas, su labios siempre pintados de color rojo cereza y su  permanente olor a  tabú no pasaban desapercibidos por ningún visitante.

Felisa, desde el primer momento en que  le dio trabajo a Carmen Julia,  la defendió de cuanto hombre pretendía acercársele   de manera inadecuada, y más si llegaban a decirle algo  o a intentar tocarla, por lo que con frecuencia debió librar múltiples batallas en defensa de  su protegida.

A los pocos días, Felisa le propuso a Carmen Julia que se fuera a vivir con ella   y sus hijos, en un apartamento que estaba ubicado  al fondo del negocio, y que si le ayudaba con otros quehaceres, ganaría más dinero del que estaba ganando hasta ahora como cantinera del Último suspiro. Propuesta que fue fácilmente aceptada por parte de Julia y al día siguiente ya estaba instalada  allí en su nuevo hogar junto a FELISA y sus dos hijos.

El tiempo paso, y a los pocos meses, Felisa, en uno de sus acalorados momentos por defender a  su protegida fue agredida de muerte por una  trabajadora sexual que pretendía tener un acercamiento intimo con Carmen Julia, llego la policía, pero  Felisa ya  estaba herida de muerte, en sus ultimas palabras, Felisa le le  dijo a Carmen Julia, este negocio es suyo cuídelo y cuide  a sus hijos y no permita que le pierdan el respeto mientras  exhalaba el último suspiro que tenía en esta vida.

Carmen Julia, se hizo cargo  de los funerales, de Felisa,  y del negocio, tal como fue el último deseo de la  propietaria del último suspiro,  meses más tarde,  Carmen Julia, no solo fue la propietaria de este negocio, sino que su visión de empresaria,   le permito abrir  tres negocios más  a los que le sumo un equipo de trabajadoras  que prestaban sus servicios  por dinero allí en cada negocio, llegando a ser una de las  mujeres más ricas y respetadas del  7 de agosto.

Año tras año visitaba Miraflores,   y entregaba  ayudas a las monjas que estaban a cargo del ancianato, asilo San José, pero  cuando el cura del momento se entero del oficio que Carmen Julia  tenía en Bogotá, prohibió a las monjas del ancianato seguir recibiendo ayuda de tan singular personaje.

Dentro de su  responsabilidad social, Carmen ayudo a muchas personas que  al igual que ella llegaron a la capital en  busca de un mejor futuro, pero que por lo duro de las grandes urbes, no es tan fácil salir adelante,   pero que con la ayuda de Carmen,  lo lograban.

Carmen Julia, permaneció  por  varios años solterona hasta que  conoció a un  político que llevo a  uno de sus negocios a un paisano que  hacía poco se había enguacado en las minas de Muzo y que llego allí por invitación del político, enamorándose de Carmen y haciéndose cargo de sus hijos también, pues  como  lo decía Carmen Julia siempre “quien se hace cargo de la vaca también debe llevar su cría”. Carmen Julia falleció a los 65 años de edad, y sus dos hijos quienes estudiaron en la Universidad Javeriana, se hicieron médicos   y  luego se fueron del país uno para Europa y el otro para Australia,  y jamás regresaron a Colombia, ya que la sociedad del entonces tanto en Bogotá como en Miraflores, siempre los tuvieron marginados por ser hijos de la dueña del “último suspiro”. El último suspiro y los demás negocios fueron heredados  por sus hijos  y donados por los mismos a  las trabajadoras más antiguas  de cada lugar, con el único compromiso de que siguieran el legado que su madre les había enseñado.  Mientras su marido el minero, regreso a Miraflores, a  vivir junto a una nueva dama con la que procreo  tres hijas mujeres y dos hombres, quienes por descuido de sus padres, empezaron su carrera delictiva a los pocos años de edad.

Años después,   se supo que  una de estas nuevas dueñas, se había lanzado como concejal de Bogotá, en representación de todas las mujeres que por  un destino trágico deben  ingresar al  mundo de la prostitución.