Anécdotas, Cuentos, Historias

martes, 28 de agosto de 2012

El Tigre y el Güio



TOÑO.

Toño sin miedo un personaje  que vivió hace muchos pero muchos años en los llanos del Casanare;  contaba historias  sobre sus vivencias que tuvo mientras vivió en la finca de sus abuelos; Toño murió a los 98 años en los brazos de su amada esposa y en la tierra que un día lo vio partir hacia la  llanura infinita (Miraflores)  tierra que  quiso y amo por siempre y que con nostalgia llevo en su corazón,  así mismo fue dejando  año tras año, en los que escuchaban las fenomenales historias de sus cuentos y vivencias un sentimiento de amor y pasión por los llanos orientales.


TOÑO, EL TIGRE  Y  EL GÜIO.
En el hato de Santa Helena,  de unas 45.000 hectáreas y con mas de 60.000 reses entre  vacas  terneros,  y toros cimarrones, Toño a los 5 años debía ir a arriar todos los días a las 4 de la tarde los becerros para el corral; eran  más  o menos unos  200 becerros, cuyas vacas paridas, cachonas,  feroces y bravías pastaban a  unos cuantos km de distancia del corral en donde debían pernoctar los becerros para  que al siguiente día se pudieran ordeñar las vacas.

Toño como siempre activo y juguetón una tarde por estar  jugando  olvido la labor diaria de ir a las 4 de la tarde a arrear los becerros para el corral, cuando se acordó eran más o menos las seis y media de la tarde y  ya estaba la penumbra muy adentro del día; cuando  se acordó, salió corriendo a realizar la labor que siempre había tenido bajo su responsabilidad;  pero como era ya muy tarde, no pudo alistar su  caballo  cuarto de milla que su abuelo le había regalado para que  lo acompañara en las faenas del llano;  entonces salió corriendo a toda velocidad y descalzo hasta los potreros en donde pastaban vacas y becerros; allí empezó a  buscar,  a juntar  y a separar los becerros de sus madres, pero como eran muchos y estaba ya oscureciendo; decidió  amarrar a uno de los terneros y montarse en pelo sobre este y a toda  carrera empezar  a arrear a los demás; en ese momento entro bajo una mata de monte y allí rápidamente  agarro de un árbol un bejuco que colgaba, y con este le daba fuete a su becerro  que le servía de corcel y arreaba a los otros 199, dándoles fuete para que se apuraran.

En cuestión de no más de media hora tuvo los  becerros en el corral y  ya más calmado se desmonto y cuando fue a quitar el lazo de la cabeza del becerro que había servido de corcel, se dio cuenta de que el animal que había montado no era un becerro sino un TIGRE.


Toño muy asustado, caminó con rapidez y al ver al piso vio  que el bejuco que igual había usado se movía lentamente, al alumbrar con su linterna que nunca le faltaba, vio que el bejuco que había agarrado de la mata de monte no era un bejuco sino un Güio  (serpiente grande tipo boa constrictor  o anaconda) de más o menos tres metros de largo  con el que había  podido darle fuete a los becerros y terminar su trabajo del día rápidamente. Pero eso no le preocupo,  nuevamente tomo el   Güio y  a fuete saco el tigre del corral de los becerros para evitar que  esa noche el tigre se comiera a uno de ellos y  al Güio,  lo dejo  que se fuera nuevamente al monte; tal vez en una próxima oportunidad le volvería a servir de látigo.

Los cuentos de Toño continuaran en los siguientes relatos.


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