Anécdotas, Cuentos, Historias

sábado, 28 de abril de 2012

Los paseos al río.... PARTE I


Los paseos al rio….


La temporada de verano en Miraflores; hace unos cuantos años cuando el cambio climático aun era incipiente, daba inicio generalmente  a mediados del mes de Noviembre y terminaba en el mes de marzo; esta temporada  veraniega;  coincidía,  con la cosecha  de café, con las vacaciones escolares; con  el aguinaldo y todas las fiestas relacionadas con el fin de año y comienzos del siguiente.
Luego el verano  era esperado por todos; por que en esta época se hacían actividades especiales; como las verbenas populares después de las actividades propias  tradicionales de  navidad.
En  verano, aumentaba  el comercio; los mercados de café, ganado, y otros eran  mas movidos; el trabajo detrás de la explotación de café aumentaba;  todos teníamos de una u otra manera algo de dinero para disfrutar.
Luego el verano venía acompañado de  trabajo, dinero, fiesta,  licor,  novias, y paseos a los lugares tradicionales de ese entonces…. El limonar, la mocasía, la   batatalera, la rusa,  y  la tobasía.
Después de una  amanecida bailando en el parque principal o en el club social el siguiente programa era el río.
Pero también entre semana después de estar  bailando en las discotecas de la época o  tomando cervecita por ahí, o simplemente dando  vueltas al parque;   al siguiente día  el programa  era el Rio..
Luego en la época de verano; cuando aun estábamos en clase del colegio; es decir antes de finalizar la temporada escolar, o iniciando la misma mientras estaba el verano; el paseo al rio o a las diferentes quebradas  no podía faltar eso era como si  al mismo cielo le faltara el sol…..
Entonces el rio y las quebradas eran los lugares  definidos, y preferidos para  ir a pasear;  esos eran nuestros balnearios.
Para ir al  rio  generalmente  nos reuníamos un grupo de amigos;  y organizábamos la salida del pueblo hacia el lugar definido; por lo general la salida era tipo 8:30 a 9:30 AM; bien   bajábamos  caminando o en carro ; lo  común era la bajada caminando; ya que hacíamos ejercicio   que nos servía para fortalecernos  y de paso  espantábamos el guayabo.
Para  la ida al rio, cada uno llevaba dentro de una tula hecha en tela o en lona; la pantaloneta, una navaja y  alimentos que generalmente era pan, mismo  que comprábamos en  la panadería de Doña Esther, o  en la panadería francesa; también  llevábamos  salchichas, salchichón, sardinas, caramelos, y cuando alcanzaba un tarrito de lecherita o leche condensada;  y una puntilla; para poder abrir la lata de lecherita; ese era nuestro mecato general que servía para calmar el hambre durante el día; siempre debíamos dejar algo de dinero para la gaseosa, o el guarapito; o para el regreso en el bus en horas de la tarde;  en caso de no tener para el regreso; entonces debíamos “colincharnos” (el termino “colincharnos”; era la acción que hacíamos de subirnos  a un vehiculo en movimiento; mientras este iba pasando por el frente de donde estábamos; siempre a escondidas del conductor)  luego la colinchada; se hacía por  la parte de atrás de los camiones que pasaban con madera, ganado u otros  y antes de llegar al pueblo  por ahí en  donde doña Rosario; nos tirábamos sin que el camión parara todos  a la carretera para  que no nos cobraran y seguíamos a pie hasta el pueblo.
La bajada al rio ; se hacía por  dos caminos; uno que salía por la plaza de mercado;  antes camino real  empedrado que  comunicaba a Miraflores con Berbéo; y otro por la lado del barrio el rayo; sobre el chorro del aguardiente;  por este camino también se podía ir hacia la Mocasía.
El trayecto   lo hacíamos generalmente a carrera o a paso muy rápido y  desde que salíamos  del pueblo hasta el puente del limonar,  gastábamos  entre  30 y 45 minutos sin descansar; algunas veces dependiendo del guayabo parábamos en alguna casa del camino a pedir nos regalaran o vendieran un guarapito para la sed; mismo que nos servían en una  totuma grande; por lo general con  un mosquita, o patica de cucaracha; y otros aditivos sólidos;  luego debíamos  ladear la totuma; hacia la izquierda o derecha;  y le  dábamos un gran soplo; de manera que todos los ingredientes adicionales sólidos flotantes; se hicieran a un lado; mientras  con un segundo soplo los  obligábamos a  salir  del recipiente;  yéndose junto con ellos un gran chorro de bebida; misma que  caía  con ellos al piso;  después dábamos un tercer y final soplo para  terminar de hacer la limpieza.  Algunas veces la sed era tanta que no realizábamos ese ritual y todos los residuos iban a parar  a la boca en donde los dientes servían de filtro;  pero también; ocurría que alguno  soplaba más de lo necesario; y terminaba en el piso una buena parte del guarapo; por lo que todos  le  quitábamos la totuma  y lo dejábamos de ultimo para que aprendiera a  valorar la preciosa bebida.
Ya aliviada la sed  pedíamos  la cuenta  y dábamos las gracias; nunca  las personas que nos brindaban  la bebida   cobraban,  pues el acto de cobrar ese tipo de bebida es  como si al dar un vaso de agua se hiciera lo mismo: es decir estaban cumpliendo de paso con   darle de beber al sediento….
De allí salíamos nuevamente  a paso ligero y llegábamos al río al lugar  denominado el limonar; allí  descansábamos debajo de  un árbol generalmente  bajo la frondosidad de la ceiba y  mientras nos desacalorábamos, nos poníamos  la pantaloneta y alistábamos  el lugar a donde pasaríamos el día.
El  resto del día se pasaba nadando, jugando  hablando, y  acostados sobre una piedra o sobre la incipiente arena, viendo pasar las  niñas que  también estaban por allí; mientras  comíamos el pan  con salchicha, salchichón, o sardinas  acompañado de gaseosa que comprábamos en una tienda cercana.
Ya  a las 4:30 nos alistábamos para salir a la carretera; si teníamos dinero esperábamos el bus, si no teníamos entonces esperábamos el camión para “colincharnos”  y regresar al  pueblo. Muchas veces ocurrió que no teníamos dinero para el regreso y tampoco pasaba un camión  o los pocos que pasaban pasaban tan rápido que no podíamos “colincharnos”; entonces a caminar mi amigo;   caminábamos  por la carretera con la esperanza de poder  subirnos a un carro pero como no ocurría, entonces a tomar nuevamente el camino rumbo al pueblo   llegando entre las  7  y  8 de la noche  cansados, insolados, y con un hambre   impresionante

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