Anécdotas, Cuentos, Historias

domingo, 8 de julio de 2012

La Cita.


CON  ROSARIOS.*
Hace años,  al igual que ahora, en todos los municipios  productores de café principalmente, o donde había una economía pujante, los establecimientos de venta de licor , juego y sexo, llegaban, se establecían y prosperaban muy rápidamente; los establecimientos  que no faltan en un pueblo grande, mediano o pequeño, son las cantinas, los billares  y las casas de amor; por supuesto Miraflores jamás fue la excepción, allí desde hace varios años hacen presencia estos tres tipos de establecimientos , ligados uno con otro y estos a la vez ligados a la economía local, que  está vinculada con el trabajo y todos  estos en su conjunto ligados de manera directa a la hombría y al machismo.

La economía local  producto del trabajo de  su gente, la dedicación al  trabajo y al ahorro.  el esfuerzo y sacrificio  que sumado a lo prodigioso del clima y sus  fértiles tierras, hizo de  esta región un lugar en donde se movía el dinero  que salía  de las actividades como las del algodón, el café, la caña, la madera y el ganado; esto permitió  ampliar más el comercio, la construcción y el desarrollo local;  y  ahora en los últimos años  se ha sumado la infraestructura petrolera y el paso del petróleo por nuestras ricas tierras.

Todo este conjunto especial trajo  consigo los negocios que  le sacan de entre las manos el dinero a  su gente, pero que también permiten los desahogos, la diversión,   y el entretenimiento  necesario después de las arduas jornadas de trabajo.

En Miraflores  desde hace muchos años, la presencia de personas que ejercen la profesión más antigua del mundo, han estado allí presentes y han ejercido o ejercieron su oficio en dos casas  que  se ubicaron a las  dos salidas del pueblo, una por el lado de la Mocasía y otra por la salida hacia Páez. Lugares, debidamente aprobados por la municipalidad, repudiados por las damas locales y apreciados  y muy visitados por los hombres del pueblo.

Las  famosas casas,  llamadas casas de citas eran lugares en donde  se prestaban los servicios sexuales a todos los hombres necesitados, apresurados y presionados hormonalmente, por descargar las gónadas y saciar su apetito carnal  y ese instinto animal que se lleva dentro.  Pero también se prestaban los servicios  de compañía para aquellos que solo buscaban la compañía y comprensión femenina acompañada de palabras tiernas, amorosas, sensuales, exóticas y de aliento que no lograban encontrar en sus parejas.

Luego  la presencia de  las damas que prestaban estos servicios era muy común y corriente, las damas  provenían de diversas regiones del país, y eran reclutadas por alguien en la capital  Bogotá; y a su vez contactadas por las matronas de los lugares Las dos damas Rosario; quienes hacían su viaje expreso hasta la capital, para luego llevarlas a Miraflores e instalarlas en la CITA  y allí prestar los servicios solicitados por los visitantes.

Las casas de citas en Miraflores tenían algo particular las dos matronas  propietarias eran llamadas con el mismo nombre,  ROSARIO y eran competencia  una con otra como en cualquier negocio; luego la cantidad  de clientes,  y por supuesto los ingresos, dependían de la disponibilidad de mujeres, de la belleza contratada, de la frescura presentada  y por supuesto de la atención brindada.

Las casas eran casas de construcción sencilla y muy rudimentaria, que en el día permanecían cerradas  al público y en la noche en su puerta alumbraba  un pequeño bombillo de luz rojiza, o azul,   que indicaba  que  ya estaba abierto el lugar. 

Este lugar era visitado por  clientes de género masculino, con la mayor diversidad de trabajos y profesiones tales  como médicos, abogados, ingenieros, profesores de la escuela y del colegio, jueces, comerciantes, policías, trabajadores, conductores, obreros, estudiantes y en varias ocasiones hasta el sacerdote de turno.

Historias sobre las visitas a donde doña rosario hay muchas, porque fue también ese lugar, y ese personaje que  hizo parte del desarrollo local   y de la historia local, que  conoció las mas secretas historias, debilidades y fortalezas de cada uno de sus clientes, los cuales siempre trato con respeto y aprecio.

Allí a la casa de citas  de la  salida hacia Páez, se llegaba por un camino empedrado  y la visita era por curiosidad, por  costumbre, por necesidad, o simplemente por diversión, luego había clientes diversos  con historias diversas. Como la historia del profesor Ramón y la de otros tantos profesores  y profesionales que eran clientes VIP y que  podían  disfrutar de suculentos tragos y alimentos en paños menores y en compañía de las damiselas dentro del tanque de almacenamiento de agua llamado piscina; también  estaban los que  por curiosidad entraban, pero por falta de dinero no tenían acceso a  los servicios  luego  si no había dinero de por medio, el cliente debía salir rápidamente del lugar o era sacado,  por que allí se llegaba a dejar el dinero  o se consume trago,  o  va a la cama,  o se va para afuera no se aceptaban solo mirones  ni tocones.

A  Miraflores  llego un profesor   llamado Segundo Simón Bolívar; el cual rápidamente se convirtió por referencia de Ramoncito en un cliente VIP  del lugar y en una ocasión se encontró con otro cliente por allí en uno de los salones, Ramón quien era conocido y compañero de los dos, los presento  entonces el profe Bolívar se presenta como debía ser con su nombre "Segundo Simón Bolívar" pero el interlocutor  de nombre Antonio,pensó que le estaba tomando del pelo y  después de escucharlo cuando le  correspondió el turno se presento mucho gusto,  "Segundo Antonio Nariño" y esta que esta con migo es "Manuelita" pero por esta noche no la puede tener porque es solo mía, los que estaban ahí soltaron la risa y los dos nuevos conocidos quedaron de amigos por siempre por  tamaño coincidencia del encuentro entre estos tres personajes de la historia Simón Bolívar, Antonio Nariño Y Manuelita.

Cuando unos estudiantes bajaron una noche a calmar los deseos carnales, por supuesto  con poca disponibilidad de dinero , entraron al lugar y lo primero que hicieron fue llamar a la propietaria del lugar para preguntar cuánto valía la cerveza, el trago  y por supuesto el momento de pasión con alguna dama; Doña Rosario  muy atenta les comunica los precios, allí la cerveza y todos los licores, costaban hasta tres veces más que lo que valía en una cafetería y era mucho más alto el valor dependiendo del marrano. Luego después de escuchar los diferentes precios Cerveza a 15, aguardiente a 100 y la niña 250, alguno de ellos le replico que si  había una posibilidad de tener un menor precio por la dama, ya que tenía disponible 70  es decir para dos cervezas y solo 50 para la dama. Doña Rosario le dijo; si espere un momentico y le pego un grito a una de  las trabajadoras diciéndole, "hágame el favor y me trae la muñeca de palo para este pobre muchacho por que no tiene para pagar una de carne"… y lo saco del lugar  a escobazos.

Doña Rosario;  tenia a todas sus colaboradoras siempre en las mejores condiciones físicas y sanitarias;  cada ocho días se veía salir de  la CITA, subir a la plaza de  mercado acompañada de unas 6 o 7  de ellas  todas bien pintadas, bien vestidas, entaconadas y perfumadas, con destino hacia el Hospital Elías Olarte , en donde se les hacia el respectivo control sanitario, ese día en el hospital muchas personas que estaban por allí esperando ser atendidas por los médicos de turno, aplazaban las citas ya que el hecho de compartir espacio con todas estas bandidas les causaba angustia, repudio y asco.

Después de la respectiva consulta,  la matrona y toda su recua  de acompañantes como se les decía  popularmente, salían hacia el parque principal  entraban a los almacenes a comprar y daban  varias vueltas por el parque principal y otras calles, contoneando la cadera, mostrando su carné de sanidad,  coqueteando, mandando besos y diciendo piropos a cuanto  hombre joven, adulto y viejo estuviera por allí. Los hombres solitarios o en grupo  no dejaban de verlas, se reían con ellas, les decían cosas y les observaban desde el pelo hasta la punta de los pies como dice la canción, se hacían comentarios morbosos  y a veces impertinentes de los atributos que ellas estaban poniendo en venta principalmente, lo voluminoso de  su trasero, lo grueso  y largo de sus piernas  y  el tamaño de sus lactas

Las Damas del pueblo criticaban, se hacían cruces, torcían la cara y decían cosas sobre las pobres bandidas, eso  sí, sin quitarles el ojo de encima y silenciosamente admirar  y tal vez envidiar como se  podían contonear y mover armónica y sensualmente las caderas  y traseros metidos dentro de sus  vestidos o pantalones  bien apretados e iban acotando con voz sarcástica  que será lo que los hombres les ven  a estas guarichas… uyyyy que hombres más sucios, quien sabe que es lo que les dan esas indias.

En ese entonces no había publicaciones especializadas en esos temas y menos virtuales en donde se pudieran exponer los ejemplares con todos sus atributos, luego la manera más fácil de comercializar el producto era  mostrándolo en vivo y en directo y ese era el fin de estos famosos paseos por el pueblo, pero tenían un valor agregado, el hecho de tener  debidamente actualizado su carné de sanidad, ya que eso le daba ese toque de seguridad para que los clientes fueran con más confianza, lo que sumado al  coqueto, a la insinuación y los piropos directos por parte de las susodichas, hacían que este método de comercialización fuera muy eficiente.

El lugar muy en el fondo era aceptado también por las mujeres del pueblo, ya que decían que era  necesario que  estas trabajadoras sexuales  estuvieran allí  cumpliendo su labor ya que eso  permitía que las mujeres de bien no fueran acechadas, perseguidas y abusadas por parte de los   hombres necesitados de calmar los instintos  sexuales

Allí a la cita  se llegaba por diversión era como entrar a cualquier otra cantina a tomar cerveza o aguardiente, solo que los precios muy altos, de paso se echaba una bailadita bien apretadita con la pareja  y si el paciente lo deseaba y tenía el dinero podía pasar al segundo nivel a disfrutar por un momento luego si eso ocurría, allí quedaba sepultado para siempre en los huecos de  doña Rosario, todo el dinero fruto de su trabajo.


*
este relato se ha podido hacer gracias a la colaboración de varios de mis lectores, quienes han participado activamente y han aportado vivencias y hechos no conocidos  públicamente. Por obvias razones no puedo mencionar quienes son pero si puedo agradecer infinitamente toda  su contribución

1 comentario:

MOTITA dijo...

Hola Héctor muy interesante conocer Miraflores a través de tus historias. Me hiciste recordar mucho a mi mamá que siempre utilizaba la palabra guaricha.
Gracias por distraernos he instruirnos con tus escritos.
Hasta pronto