120 Marranas Lecheras.
Toño,
desde niño fue una persona muy precoz e inteligente; lo que sumado a las enseñanzas de su abuelo,
logro desarrollar capacidades únicas en su género y en su medio que le
permito vivir muchas aventuras durante su vida, que luego
pudo contar a varias generaciones mientras tomaba tinto en las cafeterías de su
pueblo.
Los abuelos de Toño en Santa Helena |
Uno
de los tantos días en que Toño paseaba
por las sabanas del hato Santa Helena; en su caballo cuarto de milla, diviso a la distancia un montón de animales
que le parecieron raros; lentamente se fue acercando y encontró que eran los
cerdos salvajes que vivían en el hato y
que se alimentaban con las semillas de las palmas de moriche.
Estos
cerdos que pertenecían a Santa Helena eran miles y su carne servía para alimentar
a toda la familia, a los obreros, a los vecinos del hato, a los güios, a los
caimanes y hasta los chulos ( Zamuros o zopilotes); pero como su abuelo era un
viejo rico que solo vivía del ganado, no
le ponía interés a esta otra riqueza que había allí en la llanura de su hato, ya que solo eran
cazados para el consumo doméstico. Pero Toño hombre sagaz e inteligente, si vio el billete donde no lo
veía nadie más; desde ese mismo día en que vio a los cerdos comiendo semillas
de palma de moriche en las sabanas del hato Santa Helena.
Cuando
Toño llego cerca a donde los cerdos se
alimentaban; conto en menos de una hora más de 1375 animales todos gordos
listos para el sacrificio; entonces regreso a la casa para pensar bien qué hacer para proceder a la cacería, de los
mismos y embarcarlos como se embarca el
ganado hacia la capital.
Cuando
llego a la casa se apeo de su caballo cuarto de milla, se sentó bien acomodado sobre una de las
sillas que habían en el ranchón de paja, en donde se guardaban todos los aperos que se usaban para las
faenas del llano, mientras su abuela Catalina, a paso lento le llevaba una gran taza esmaltada llena de café
cerrero (café
negro fuerte, amargo y sin endulzar) de esos que toman los hombres en el llano.
Mientras
se tomaba su café, no dejaba de pensar en los miles de cerdos que se
alimentaban en las sabanas del hato y de
los muchos otros que morían por su
gordura extrema, fatigados y achicharrados
(Quemados, deshidratados) por el intenso sol que derretía la manteca de los
mismos mientras agonizaban y morían.
En
menos de media hora encontró la solución; al siguiente día saldría muy a las tres de la mañana con 12 vaqueros
experimentados a darles cacería a los chanchos o cari bajitos, allí mismo en
donde los había visto pastar.
Siendo
las dos de la mañana se despertó y llamó a los vaqueros, aperaron los caballos,
tomaron tinto cerrero acompañado de un aguardiente doble y partieron rumbo al
lugar indicado previa bendición de la abuela Catalina y la mirada atónita del
abuelo.
Al
lugar llegaron aclarando el día; y sin pensar mucho, ordeno a los obreros construir un corral muy grande de madera verde y bejucos que sirviera para encerrar la mayor
cantidad de cerdos salvajes.
En
dos horas tenían el corral hecho y
salieron todos los vaqueros guiados por Toño a buscar sus presas y a hacer la encerrona.
Como a la media hora uno de los vaqueros
vio la manada de cerdos y aviso a Toño;
el cual impartió instrucciones.
Los
jinetes con sus corceles y sus rejos lentamente
se acercaron a la manada de cerdos, y los fueron encerrando y arreando
lentamente hacia el improvisado corral
hecho con madera y bejucos, en esa labor pasaron más de 5 horas, los cerdos al verse
bien rodeados no podían escapar, sin embargo; unos dos, o máximo tres se
desviaron de la manada por lo que inmediatamente Toño descolgó de la montura su largo y engrasado rejo, y con
un ágil y rápido movimiento los
amarro a la distancia; y los obligo a
quedarse todos juntos caminando.
La
caminata fue lenta hacia el corral por que al estar tan gordos estos animales, más el
fuerte sol podían morir fatigados; menos mal eso no ocurrió ese día;
precisamente por la inteligencia, la
habilidad y la adecuada dirección de
Toño.
Ya
en horas de la tarde, como a eso de las
seis y media; lograron encerrar 2378 cerdos en total entre machos y hembras, adultos y crías; los cuales
dejaron allí encerrados esa noche con 5
cuidadores mientras resolvían como
llevarlos a los camiones que esperaban para
llevarlos con destino a la capital.
Como
era riesgoso llevar a la manada caminando hasta los corrales del hato;
decidieron amarrar los cerdos uno por uno
y ponerlos dentro de una canoa y llevarlos rio arriba hasta un lugar en donde
había un embarcadero viejo sobre la orilla del rio.
Asi
se hizo; pero como solo disponían de 6 canoas,
para este trabajo; debieron estar en ello tres semanas, todos los días y
todo el día con los 12 vaqueros, amarrando
cerdos, subiéndolos a la canoa, bajándolos de la canoa, poniéndolos en el
corral y soltándolos nuevamente de sus patas
y manos.
En todo este tiempo, por el inclemente sol, y las largas jornadas; se parieron muchas marranas esos animales tenían hasta 20
marranos en cada parto y por supuesto,
muchas de ellas se murieron en el intento; por lo que quedaban muchos lechones
sin madre. Para evitar toda esta pérdida de lechones; hicimos en un día otro corral y seleccionamos
120 de las mejores marranas que estaban
paridas y les pusimos a cada una de a 5 y 6 lechones para que los
amamantaran; así pudimos salvar a mas de 600 lechones que habían perdido a sus
madres ya que teníamos a las 120 marranas lecheras que
adoptaron a todos los huérfanos que quedaron después de esta gran cacería de
cerdos salvajes en el hato de Santa
Helena propiedad de mi abuelo.
3 comentarios:
Hector : Estas historias poseen todos los ingredientes para atraer al lector. Buentema, fotografías excelentes y relatos de lo nuestro, propios y autóctonos.
Sigue con estos escritos que tanto gustan a nosotros tus lectores. Felicitaciones.
Elizabeth Skantz desde Suecia
Hector : Estas historias poseen todos los ingredientes para atraer al lector. Buentema, fotografías excelentes y relatos de lo nuestro, propios y autóctonos.
Sigue con estos escritos que tanto gustan a nosotros tus lectores. Felicitaciones.
Elizabeth Skantz desde Suecia
Muy divertidos los cuentos de "Toño", los que son nuevos para mí. Gracias por permitirnos conocer una partecita de la historia del llano, muy relacionada con la de Miraflores. Leyendo tu última anécdota " Las marranas Lecheras", encontré dos bonitas coincidencias. La primera, la realización por parte de mi hija de su Trabajo de Grado en la Modalidad de Práctica Empresarial como requisito para optar el título de "Médico Veterinario Zootecnista"- UPTC-Tunja, precisamente en el tema de cerdos. El trabajo se llamó "CARACTERIZACIÓN MORFOMÉTRICA Y PRODUCTIVA DEL CERDO CRIOLLO CASCO DE MULA EN EL CENTRO DE INVESTIGACIÓN LA LIBERTAD CORPOICA” - Meta. Según el Trabajo, se le denomina cerdo Casco de Mula por ser el casco semejante al del equino. Son cerdos salvajes propios de los llanos orientales y pie de monte llanero. Por encontrarse en vía de extinción, mediante el Convenio de Bancos de Germoplasma entre el Ministerio de Agricultura, ICA y CORPOICA, se ha creado los Banco de Germoplasma de la raza Casco de mula, para prospectar e incrementar la población, con el fin de conservar y preservar la raza.
http://www.youtube.com/watch?v=EKObGMp7n3M&feature=related
Por lo anterior, se podría deducir que el gran negocio de “Toño”, ocasionó la mengua de la raza Casco de Mula, tanto que desde las entidades estatales mencionadas, hubo que emprender las respectivas acciones para su recuperación y conservación.
La segunda coincidencia, es que allí en CORPOICA trabaja el Sr. Adonai Rojas Barreto, hijo de nuestro querido Miraflores, de donde salió hace aproximadamente 40 años; quien al enterarse que la Practicante, era hija de Mirafloreña, no dudó en llamarle “parientica”, por lo del apellido Barreto; continuando el trato mutuo como “parientes”, durante el tiempo que compartieron como compañeros de trabajo.
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