EL CAZADOR
NOVATO.
Cuando Toño creció, a los 16 años, siendo un
adolescente, y a pesar de su fortaleza, valentía y coraje que siempre tuvo
desde niño, aun debía seguir aprendiendo de la experiencia del abuelo; un viejo
macanudo de esos que difícilmente vuelven
a nacer y que por su valentía, fue condecorado por el ejército al haber
librado muchas batallas defendiendo el país, pero que por aquello de los colores de la política Azul y Roja,
se vio obligado a enfilarse y a
llevar el fusil para defender los
derechos de llano.
El
abuelo fundador del hato, Santa Helena de 45.000 Hectáreas, cuando se instalo en estas sabanas se llevo con él a toda la familia de los ancianos, que eran 12 hermanos del
abuelo con sus esposas e hijos,18 hermanos de la abuela, con sus
esposas e hijos de los viejos que eran 35, de los cuales 30 fueron varones y las demás mujeres, de
ellos mi papa y mi mama, se fueron para los llanos venezolanos y nos dejaron con los abuelos a 8 hermanos y de los 8 solo logramos
vivir unos pocos, los más fuertes 2 hermanos hombres y 2 hermanas mujeres todos menores a mí,
y eso fue porque yo los ayude a criar porque mi pobre abuela, no tuvo tiempo
sino para atender al abuelo.
Cuando
se hace un fundo en las sabanas no hay comida, luego hay que primero cultivar
la yuca y el plátano, para la carne si no hay problema porque hay mucha carne de
monte, por allá uno encuentra, Chigüiros, lapas, Cachicamos o Armadillos. Venados,
Torcazas, y hasta güios en caso de emergencia, también hay pescado, de muchas clases y todo muy bueno y en
abundancia.
Como
en el hato éramos tantos, sin contar con
los obreros que eran más de 50, la carne
no podía faltar, pero tampoco el abuelo podía estar sacrificando todos los días
una res para alimentar todas esas bocas por que como el viejo estaba empezando
si lo hacía, se le acababa el pie de cría muy rápidamente, entonces la solución
era la caza de animales de monte.
Los
sueños de Toño era ser como el abuelo y tener un hato tan grande como Santa Helena;
por lo que desde niño aprendió muchas cosas que el abuelo le enseño y ahora debía aprender a cazar animales de mote con la mayor efectividad posible.
El
abuelo enseño las técnicas de cacería, el uso y manejo de la escopeta vieja de fisto y la
nueva de 5 cartuchos marca winchester, le enseño como trampear los
venados, como seguir la huella de los cachicamos, como sestear a las torcazas, como
entrenar y enfilar los perros de caza, como encontrar y disparar a los chigüiros
que había por miles, como defenderse de las serpientes como los güios, y boas y como defenderse de los caimanes y
babillas que acechaban cerca en las
lagunas rodeadas de palma de moriche.
En
una ocasión yo veía que mi abuelo le ponía sal al
ganado en plena sabana debajo de unos árboles, el viejo había hecho un pozuelo de madera y allí les ponía 10 o 12 arrobas de
sal para que las reses se la comieran eso
era casi a diario, la sal llegaba al hato solo una vez al año en el verano y debía aguantar para
el resto del año y para todas esas reses que el viejo tenia; pero casi siempre
se acababa entre septiembre y octubre; antes de que llegara la otra remeza de
sal que llevaba el viejo Mariano un
comerciante de sal que llegaba a los
hatos todos los años en el mes de febrero.
Al
ver esto de la sal y el ganado, se me ocurrió salir una noche de luna llena y con mi linterna de 8 pilas, enfoque el salero y
vi a lo lejos como había muchas lucecitas brillantes, yo creí que era un espanto de muchos ojos,
pero como no soy de miedo, inmediatamente, saque la escopeta Winchester
de 5 cartuchos, me acerque muy despacio
hasta que estuve a punto y ¡pumm! dispare, dos veces solamente.
Ya
vi y no habían mas luces en el salero, asi
que me conforme con eso y me fui a dormir, al otro dia el abuelo se despertó temprano,
y fue a dar vuelta al fundo, y la
sorpresa mi amigo el viejo encontró en el salero más de 60 chigüiros todos en el piso muertos, resulta que los chigüiros se estaban comiendo
la sal del ganado y por eso el gasto tan grande
de sal, entonces descubrí como
cazar chigüiros; bueno y también venados
por que habían caído junto con los chigüiros como unos
15 venados en esa noche; pero lo más
importante es que ninguna de las reses que allí estaban también comiendo
sal se cayeron con el escopetazo,
afortunadamente lo que sirve saber disparar.
Esos
seis meses siguientes, solo fue carne de chigüiro y venado hasta que nos canso a todos; era carne al desayuno, carne al almuerzo,
carne a la comida para todo el
mundo la carne se hacia un poco sudada, otro poco asada, otro poco se puso
a secar en la tasajera, otro poco se regalo,
otro poco se dejo para los chulos, ¡nooo! Eso era una maravilla la cantidad de carne en
abundancia, que esa noche con solo dos disparos de la Winchester conseguí sin mucho esfuerzo
y de paso le enseñe a los obreros
como cazar, chigüiros y venados rápidamente.
El abuelo al ver mi inteligencia, me
regalo un lote de 12 toretes cebúes blanco
bien morrudos, que puse a cebar en un potrero cerca de la casa. Después les
cuento lo de ese lote de ganado que también fue
sensación para todos.
Agradezco la idea y contribución de Jorge O Vaca en
este relato.
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