Anécdotas, Cuentos, Historias

lunes, 10 de septiembre de 2012

Miraflores , el Libertador. y la Bolivar.


Vivaaaa  Bolívaaaar.



El Libertador  fot: Ligia, Ballesteros. Miraflores

Una humilde, sencilla y trabajadora mujer  de caminar elegante,  espalda erguida, pies juntos, con brazos extendidos hacia el horizonte y hacia el cielo, alzando su mano izquierda muy empuñada como si sostuviera el valor  dentro de si, después de una buena bebida  de guarapo salía por las calles del pueblo a avivar al gran libertador de 5 naciones,  mientras daba un paso adelante y tres atrás seguido de dos giros hacia la izquierda y a voz fuerte decía ¡VIVA BOLIVAR!.

Venezuela y Miraflores tienen  vínculos históricos desde cuando el general Páez por los llanos casanareños  con su tropa de valientes llaneros, piso tierras de ese entonces del gran  Boyacá,  el palacio de gobierno en Venezuela se llama palacio de Miraflores y en Miraflores nuestro palacio  de gobierno, también es el palacio de Miraflores, por todos estos vínculos, según  cuentan,  el gobierno de Venezuela en agradecimiento, y por solicitud de algunos personajes importantes del pueblo, donó una estatua de Simón Bolívar al municipio.

Desde  su juventud, nuestro personaje, fue una de las más fervientes  admiradoras del libertador ese personaje llamado Evangelina  González más conocida como la Bolívar, tuvo tanto fervor por el libertador que si  Hugo Chávez Frías, la hubiera conocido en ese entonces,  se la hubiera llevado como acompañante permanente de sus giras y le hubiera dado los más grandes honores  por la remembranza frecuente de su ídolo  y pasión común por el Libertador Simón Bolívar. 

Ante esta estatua del libertador, ubicada en el parque central de Miraflores, llegaba de vez en cuando Evangelina y al ver como la policía local  había golpeado a un borrachito y  por tanta injusticia social que en su diario existir vivía, le daba múltiples vueltas al Bolívar de  la estatua, mientras le gritaba y reclamaba voz en cuello “Dígame Bolívar, por qué decidió libertar a esta partida de maparius, eso sí dígamelo rápido, para que todos se enteren, ¿acaso fue que no vio cómo es que la policía le pega a los hombres? Acto seguido, alzaba su brazo y cerraba su puño, giraba dos veces hacia la izquierda en un solo pie y nuevamente gritaba ¡Viva Bolívar!

Gracias  a Dios que  CHAVEZ nunca supo de ella y nuestra Bolívar se quedo por siempre en nuestro pueblo Caminando por todas las calles, de manera elegante, con su espalda erguida, alzando su mano izquierda al cielo, con su puño cerrado, dando un paso adelante, y tres atrás, seguido de dos giros hacia la izquierda, en señal de descontento y evocando al Libertador Simón Bolívar, como  si buscara en Él la fortaleza y la ayuda para ver  en el futuro una región más  justa y más unida.



1 comentario:

María Ligia Ballesteros Barreto dijo...

Como una fotografía con su sombrero, pasos, brazo erguido y gesto de su exclamación, permanece en mi memoria la imagen de tan querido y típico personaje. Hablar de Evangelina González (desconocía su nombre de pila) es recorrer cada callecita de Miraflores por donde solía transitar y el camino en piedra que desde la esquina de la casa de José Miguel Ramírez Lesmes, conduce al sitio la Realidad, a donde le gustaba ir a tomarse sus ricos guarapitos. Alguna vez, en una ida allí con algunos de mis amigos, coincidió que Evangelina estaba ahí, oportunidad que no desaprovechamos para compartir muy de cerca con Ella. Es así, que luego de entrar en confianza, a uno de mis amigos se le ocurrió que Evangelina le prestara el sombrero para lanzarlo sobre los árboles. Ella accedió gustosamente, porque la propuesta era que por cada elevada del sombrero se le debía ofrecer una totuma de guarapo. Por supuesto que fue un rato muy divertido e inolvidable, en el que logramos integrarnos con Evangelina y guardar para nuestras vidas el mejor de sus recuerdos. Al igual que Carmen Torres Vaca, Evangelina González era muy inofensiva, mientras no se le agrediera en forma verbal o de otra manera. Cuando se le veía con una piedra en la mano y exclamando con más fuerza “Viva Bolívar”, era señal de haber sido ofendida, lo que implicaba que a su paso, había que uno hacerse a un lado, so pena de ser apedreado. En la memoria perdurará, como parte de la identidad e historia Mirafloreña.

Felicitaciones y gracias Héctor, por tan bonito relato, con el que además de traernos al pensamiento la imagen y los gratos momentos, honras la vida de un personaje, el que sin lugar a dudas, marcó nuestras vidas para siempre.