En la toma de Páez.
Cuando
se libró la guerra entre hermanos liberales y conservadores de los años SIN
CUENTA en la región del Lengupá;
hubo múltiples episodios que
dejaron huellas imborrables en toda la población, los cientos de
asesinatos , los desplazamientos forzados , la orfandad, el hambre y la desolación, fueron los protagonistas del
entonces, cuando se enfrentó el ejército, que acompañado de los chulavitas, y la complicidad de la iglesia católica del entonces, contra los
liberales, cachiporros o bandoleros de la época;
En
cada enfrentamiento, que ocurría a diario, desde el municipio de Rondón, hasta
el municipio de Campo Hermoso, pasando
por los demás municipios con sus veredas y traspasando los límites
geográficos de la región del Lengupá,
hasta llegar a tierras casanareñas a
municipios como Monterrey y Tauramena, habían múltiples anécdotas y episodios
que muy pocos pudieron contar años después a sus nietos y biznietos, con precisión y detalle.
Don
Cerveleón Caballero, un hombre que para
el año 1977 tenia aproximadamente
unos 55 años, vivió en un pequeño lote de terreno de una finca en Páez,
en la vereda california, terreno que
el propietario de la finca dio en calidad de préstamo, permitiéndole construir
un pequeño rancho de madera y hojas de palma, y
donde se pudo establecer después de la firma de la paz y entrega de armas, que ocurriera en Monterrey Boyacá hoy Casanare, entre
Guadalupe Salcedo Unda, en
representación de los combatientes liberales del llano y el gobierno del general Gustavo Rojas
Pinilla.
Cerveleón,
tenía como destino final Miraflores su pueblo natal, y del cual se había tenido que despedir en el año 49 a sus 27 años, porque su familia
fue masacrada en la quebrada la Susía por un grupo de chulavitas que perseguían y asesinaban a quienes
fueran liberales. Pero solo llego hasta Páez a la vereda de California,
en donde encontró trabajo, alimentos, ayuda
y un lugar para vivir y allí se quedo hasta el día de su muerte
ocurrida un mes de abril del año 1998, por
la picadura de una serpiente.
Cerveleón
conto a sus biznietos varios episodios
trágicos de lo que es la verdadera guerra, y la postguerra, contaba cómo
ejercito y liberales, después de la
firma de la paz, debían comer plátanos
verdes muy verdes, sin cocinar, ya que todos los cultivos y el ganado, habían sido arrasados y destruidos por la tropa, contaba
sobre sus largas jornadas caminando,
con sus armas, aguantando hambre y sed mientras llegaban los abastecimientos del comando
general, contó cómo fueron muchas
emboscadas, en donde unos pocos y con armas muy rudimentarias escopetas de fisto, asestaron golpes al
ejercito y se “apertrecharon” de mejores armas o fusiles que en ese entonces era la dotación
oficial del ejército.
Uno
de los episodios que mas llamo la atención, fue el corto relato que Cerveleón
contara sobre la toma de Páez, cuando
en el municipio se había
instalado un fortín Chulavita, que era
comandado por tres conservadores dos de
Campo Hermoso y uno de Rondón, que tenían bajo su mando 34
hombres de la vereda de chulavita y
quienes estaban al mando de un
capitán del ejército de apellido Mendoza, oriundo del municipio de
Sevilla Valle. El capitán Mendoza, había llegado a Páez, con 47 soldados,
caminando desde Miraflores, por la
vereda del Morro y pasando luego por la Buenavista, sobre las riveras del rio
Lengupá, avanzó con sus hombres durante días hasta llegar al Mincho y de allí
hasta Páez, en una travesía que duró 45 días.
El
conocimiento de su recorrido, así como el número de hombres al mando del
capitán y de los hombres que estaban
acantonados en Páez, fue producto de la inteligencia militar de los liberales,
los cuales recibían información del viejo Pedro de Miraflores, de Encarnación Morales y otros liberales, los cuales en coordinación con
los hombres de los Bautista, designaron a Cerveleón para que realizara una estrategia de seguimiento, ya
que Cerveleón, conocía perfectamente los diferentes caminos y veredas, entre
Miraflores y Campo Hermoso, así como a las personas de más confianza dentro del
grupo de amigos liberales, mismas que
pasaban desapercibidas por el ejército, la policía y los chulavitas; todos, eran hombres de bajo
perfil, campesinos, que apoyaban muy en
silencio la causa. Fué asi como unos pocos
días antes de iniciar el recorrido para hacer la inteligencia y dar seguimiento a la tropa, Cerveleón, reunió a
los tres hombres de más confianza
para comentar su estrategia para seguir
al enemigo.
A
las 8 de
la noche se reunieron por el lado del barrio el Rayo, en Miraflores, Cerveleón
Caballero, Melitón Ramírez, Adonaí Sánchez y Januario Leguizamón, en una casa que estaba ubicada sobre
el camino de piedra que conduce hacia el rio Lengupá unos 150 metros de lo que hoy se denomina
el chorro del aguardiente, en ese entonces,
una quebrada de aguas muy cristalinas, caudal,
permanente, y mantenido en el verano, denominada la cristalina.
Allí
en la cristalina, bajo la luz de la
luna, se dieron las
instrucciones, las cuales consistían
básicamente en repartir el camino a
recorrer en 4 partes, y a cada uno se le
asigno un trecho con el fin de no despertar
sospecha por parte de los conservadores, el ejercito la policía y los chulavitas.
A los 45 días
la inteligencia liberal llego al
igual que la tropa a Páez, y de allí se dirigieron con destino a la cuchilla de
el cantor, en donde estaba la base militar liberal y desde donde se tomaban las decisiones más
importantes del combate entre lo que es
hoy Casanare y Boyacá. Allí en el
Cantor, se recibían ordenes directas de Guadalupe Salcedo a través de los
Hermanos Bautista y de los Fonseca quienes
en su conjunto coordinaban el accionar
frente a los conservadores y demás.
En
una noche de luna llena a la una y media de la mañana, llego a la base del
cantor Guadalupe Salcedo en compañía de
los hermanos Bautista, de Dumar Aljure y otros comandantes de la región, sorprendiendo a muchos de los que allí se encontraban; pues esta operación era un de
las mas secretas que se manejaran en ese entonces, ya que esa misma noche se
planificaría “LA TOMA DE PAEZ”.
A los que integraban la inteligencia militar
que eran solo 6 en ese frente, se les llamo y en compañía de Guadalupe Salcedo,
los hermanos Bautista, y los Fonseca, en
un cambuche improvisado bajo los
árboles y cubierto con hojas de palma,
mientras los cocineros servían tinto caliente
y aguadepanela, se dio inicio a la planificación de este golpe que de salir bien haría estremecer los llanos.
Páez,
al ser cuna de liberales era un punto muy deseado por los conservadores y los
chulavitas y fue por eso, que meses
atrás habían masacrado a muchos inocentes
incluidas mujeres y niños y los chulavitas se habían apropiado del
pueblo haciendo de él, un fortín que
bajo la protección del estado y el contubernio de los sacerdotes de la
época, era permitido toda clase de
vejámenes contra liberales y no liberales.
El
día del golpe, correspondía a un domingo
a las 6 de la mañana y el golpe tenía
que estar dado antes de las 12 del
medio día, para ello, enviaron a unos emisarios
desde el día Jueves, a que se
estuvieran allí en el pueblo, para que
el día sábado en la noche, trataran de brindar
licor y guarapo a varios de los conservadores, a la policía, al
comandante del ejército y a los chulavitas, para ello se valieron de la
ayuda de varias tenderas de las guaraperías que habían quedado viudas, o habían
sido abusadas sexualmente, y que
precisamente por esto no podían estar en paz con los militares del entonces ya
que su sed de venganza, estaba siempre
presente en sus vidas.
Ese
sábado en la tarde, se instaron varios de los indicados en las diferentes
guaraperias, y sin tomar mucho, brindaron trago y guarapo a cuanto personaje
llegaba especialmente a los enemigos políticos, es asi como a las 8 de la
noche, debieron llevar en hombros hasta
el cuartel, al comandante de la policía, al comandante del ejército, y 10 de los mas importante hombres de los
chulavitas, mas una veintena entre
conservadores, soldados, chulavitas y otros
de mas bajo perfil; pues la celebración fue en grande y se había logrado ya un primer objetivo.
El
Domingo muy a las 4 de la mañana el pueblo
estaba rodeado por más de 120
hombres que llegaron de las cuchillas de
la Gurupera, La Viola, el Cantor y el Palmichal, mientras
que varios frentes, se
aproximaban por varios de los puntos
principales y estratégicos del municipio de Páez, es decir, por los diferentes
puntos cardinales precisamente por los límites geográficos que separan al municipio con sus vecinos asi; el
primer frente entro por el norte, por los limites con Berbéo, San Eduardo y Aquitania,
otro por el oriente, límites con Chámeza, Tauramena y Monterrey, otro por
el sur, límites con Sabana Larga y San Luis de Gaceno, otro por el Occidente,
límites con Campo Hermoso y Miraflores.
La
estrategia consistía en que una vez el sacerdote llamara a misa de cinco de la mañana, todos
los que rodeaban al pueblo, debían estar preparados para el asalto al cuartel
de los chulavitas. Para ello enviaron a un
liberal, vestido con uniforme de soldado oficial, llamado Severino
Buitrago, que acompañado de 7 hombres
más, todos debidamente uniformados como el ejército y 5 mulas de carga, a que llegaran hasta la puerta del comando, mientras otros se apostaban cerca de la iglesia, con
el fin de encerrar allí a los
conservadores, que a esa hora hacían sus plegarias y pedían al SEÑOR fuerza
para derrotar a los liberales, mientras los demás cercaban el pueblo en
anillos por los diferentes flancos.
Los
caminantes que avanzaron desde días antes desde las fronteras, ese día llegaron todos a su puesto de control cercando el
pueblo a una distancia de no más de dos kilómetros, a fin de
evitar fugas o que llegaran refuerzos
oficiales al municipio. Es asi como se
instalan por la Horca, la salida para Sirasí,
la salida del Mincho, y por otros
lugares dispersos, cercanos formando un gran
anillo que cerraba el paso
totalmente. Al frente de cada
escuadrón pusieron al mando a los mejores del momento, como
Hermognes Cuervo, Desposorio Vargas, Nonato Guzmán,
Primogénito Fonseca y Hermenegildo
Plazas, entre otros, mientras que Cerveleón, Melitón Ramírez, Adonaí Sánchez y
Januario Leguizamón, junto con Bethsabé Zubieta. Se movían por el pueblo dando
señales y alarmando sobre movimientos tácticos del enemigo.
Severino
Buitrago, los 7 hombres de escolta,
junto a sus mulas de carga, a las seis y media de la mañana estaban
golpeando los portones grandes de madera color verde, que protegían el fortín
chulavita, mientras los otros apostados cerca a la iglesia y a los alrededores
del parque, esperaban el momento.
De
adentro del fortín militar, gritaron con
voz ronca, quien es? Severino, grito
somos los refuerzos que mandaron
del gobierno y venimos a traer
peltrechos para reforzar a los
hombres que están combatiendo a los
cachiporros. Que pasen rápido, nuevamente respondieron de adentro,
en ese momento abrieron los portones que
daban paso al interior del fortín y cuando el centinela abrió , de inmediato le
cayeron encima y lo silenciaron, sin darle un segundo para que avisara, de
manera inmediata los hombres de Guadalupe, entraron y uno a uno fueron despidiendo
para el otro mundo a los policías, soldados y chulavitas que estaba
acantonados dentro, y pusieron presos a
los comandantes quienes no fueron
capaces de levantarse y de responder el feroz ataque debido a la borrachera y
guayabo que tenían después de esa noche de sábado cuando libaron licor y
guarapo ofrecido por la gente de Guadalupe, por montón, en todas las guaraperías
de Páez.
Mientras
el asalto al cuartel, ocurría, en la iglesia el sacerdote del momento no se
daba por enterado y su sermón avivaba el fuego en contra de los liberales, fué ahí,
cuando entró otro comando a la iglesia
y sacaron a muchos conservadores y chulavitas que estaban en la misa, algunos lograron escapar y
refugiarse en lo alto de la iglesia pero
fueron encontrados y sacados de allí. Uno de los tantos chulavitas, que sacaron
de la iglesia arrodillado le manifestaba
a Januario Leguizamón que él era liberal
y que no tenía nada que ver, sin embargo una de las fieles le grito “Godo HP ahora si siente miedo, como no sintió
miedo cuando mato a mi marido y mi
cuñado en el Mincho”, y fue lo suficiente para que Januario lo sentenciara,
no sin antes llevarlo ante Cerveleón para
que se tomara la decisión final,
mientras caminaba pedía perdón a gritos , y al ver que no había respuesta decidió gritar
“cachiporros Hps esto no se queda
asi ya verán cómo vamos a derrotarlos”,
y mientras gritaba “soy conservador
y yo si soy hijo verdadero de Dios”, recibió un golpe con un garrote en la cabeza, por parte una señora que era la madre de una hija de 14 años, a la
cual este chulavita, la había violado y
luego la había matado porque no accedió
a irse con él para su pueblo natal Boavita.
Este
golpe al cuartel chulavita en Páez,
fue uno de los más duros golpes
que dieran los liberales a sus enemigos y fue tal que la voz de la acción, recorrió
rápidamente por campos y veredas hasta los
municipios de Tauramena y Monterrey, de manera que se celebro por días y
como se pretendía desde el momento de la planificación, este golpe, hizo estremecer
los llanos.
Años
después de que esta historia, fuera contada por Cerveleón, el compositor Mirafloreño
Ciro Hernández, compuso la canción que le obsequiara a Arnulfo Briceño,
cuando estudiaba en la Universidad Libre
en Bogotá, para que Arnulfo le hiciera los respectivos arreglos y le pusiera la música, canción que fue denominada la Toma de Páez y que fue un éxito
musical en todo Colombia.