MIRAJLORIS, MANGUS VERDIS, P.TAS Y
CHOJERIS.
Fot de Mariana L. |
En Miraflores, la economía
que se mueve a través del transporte de carga y la profesión de
camionero, ha permitido y contribuido al desarrollo económico de la
región; ya que desde el Lengupá se ha transportando desde hace años,
hasta la capital de la republica o a otras ciudades del
país, productos de la región como ganado, madera, café, miel,
y ahora en los últimos años, frutas y verduras principalmente, y desde la
capital u otras ciudades los diferentes productos como arena, ladrillo, hierro,
cemento, víveres, líchigo (frutas y verduras), rancho y licores
La vía principal de comunicación
entre la región y el resto del país, siempre ha sido “la
carretera del Progreso”, nombre por demás muy llamativo, pero
que hasta el día de hoy, sigue siendo un dolor de cabeza para toda la región, a
pesar de que ya esta pavimentada en una gran parte, los solo 90 Km, que distan
desde Miraflores hasta la capital del departamento Tunja; en la mayoría de
ocasiones cuando se va de Miraflores a Bogotá, para evitar llegar hasta Tunja,
se transita por la vía de Jenesano, hasta salir al lugar denominado
Tierra Negra en el autopista Tunja - Bogotá.
La otra vía es la carretera
de Miraflores a Garagoa, esta vía, no existía hace unos cuantos años y
luego fue una trocha que durante los 12 meses del año permanecía
en condiciones casi intransitables, esta vía permaneció así por
muchos años hasta que tiempo después hubo comunicación fluida vía
terrestre entre Miraflores, y Garagoa, dos pueblos que aunque no
pertenecen a la misma región son pueblos hermanos y que dependen
eclesiásticamente de la Diócesis de Garagoa.
Luego cuando esta vía mejoro; los
transportadores locales, salían por la misma, buscando como destino
final la capital de la república; Los transportadores o
camioneros de la región siempre han sido hombres muy serviciales;
trabajadores, sinceros, espontáneos, dicharacheros, mamadores de gallo, mujeriegos,
parranderos, groseros y buenos bebedores y comelones.
En una ocasión; salió desde
Miraflores por la vía hacia Garagoa, un camión con una carga de
madera con destino a Bogotá; cuando el camión su conductor y su carga,
estaban cerca del alto del Garabato, lugar que demarca los límites
geográficos entre Miraflores y Garagoa, como a eso de las 3:30 de la tarde, en
una curva, este se encontró en la mitad de la vía detenido un
automóvil de color verde oscuro, marca Wolsvagen tipo escarabajo, y en la
parte trasera un señor de cabello cano, piel blanca, con gafas, bien
vestido, con una edad aproximada de 75 años; quien en ese momento se
tocaba la cabeza en señal de preocupación; pues su vehículo se había
varado en un lugar en donde no había vecindad, en donde hacía mucho
frio y en una vía en donde no pasaba casi nadie y menos en
horas de la tarde de un día Jueves antes de semana santa.
Nuestro camionero al verlo,
pensó como era posible que un viejito de estos estuviera allí solo
y varado, y no haciendo nada solo viéndole la cola al carro y
tocándose la cabeza en señal de desespero; por lo que de manera inmediata hizo
sonar las cornetas (claxon) en señal de llegada, se detuvo, se bajo de su
camión y fue en ayuda del anciano desprotegido.
Cuando se bajo de su camión sin
saludar le fue diciendo al anciano “¿y eso
que taya le paso?”; el anciano muy respetuoso le dijo buenas
tardes, que el Señor le bendiga, bueno es que mi automóvil de pronto se detuvo
y no volvió a encender.
¿Y por que no ta tratando de arreglarlo?
Pregunto el camionero.
Bueno ya lo he revisado pero no le
encuentro nada dijo el anciano.
El camionero poniéndose de frente
al automóvil escarabajo marca Wolsvagen, le levanta la tapa o capó;
y al ver que no había motor le exclamo, “mire viejito uste que va a poder
prender esta cascara ¿no se ha dado cuenta que no tiene motor?”
El anciano le dice que el automóvil si
tiene motor pero que este se encuentra en la parte trasera y no en la
parte delantera como todos los demás vehículos.
Acto seguido el conductor se rasca la
cabeza y dice entre dientes mientras iba hacia la parte trasera del
Wolsvagen “estos viejos ricos si no tienen en que gastarse la platica, luego
quien ha visto mandarle a poner el motor de un carro atrás. Ricos tenían que
ser.”; “¡a ver destape el capó viejito! es que ustedes solo saben comprar y
echar p`lante pero no tienen ni P.ta idea de la mecánica ¿vamos a ver que le
paso a este pichirilo?, ¡páseme la diez pa ajustarle acá esta
mi….da y luego si échele candela!”.
El anciano no sabía que decir, solo pudo
pasarle una caja con herramientas y esperar a ver qué hacia nuestro
paisano.
Una vez le fue entregada la caja de
herramientas, el conductor del camión procedió a buscar la llave requerida,
mientras seguía diciendo en voz suave pero de manera sarcástica, “no le
digo que definitivamente ustedes los ricos saben más de maternidad de
gallinas que de esta M…da.” ¡Mire esta es la 10, este es el hombre solo, este
es un alicate etc etc.”, “Bueno viejito súbase y cuando yo le diga
entón ahí si échele candela...” Perdón replico el anciano, no
entendí, lo que quiere decirme; “¿Este viejito si? ¡Hombre pues que lo prenda!
(encender), ¡eso si no entiende!, pero si le dijera que tiene un par de
faldas no estaría preguntando; no le digo jajajaja.”
De manera inmediata el anciano se subió
al carro esperando la orden del paisano, mientras este en la parte de atrás le
accionaba el carburador que se había tapado por falta de mantenimiento;
“Tiene que cambiarle esta manguera por que ya se jutió (deteriorarse)”, “¡ahora
si ajúmele! Pero antes chancleteelo varias veces” (referido a empujar o accionar el acelerador varias
veces, el acelerador se le denomina en términos populares Chancleta
(sandalia)) Le gritó, inmediatamente el anciano aunque
no entendió que quería decir, le dio start, acelerando mientras el carro
daba señales de estar bien; asi de esa manera se logro encender el
automóvil para continuar la marcha.
Una vez el carro quedo
reparado, el anciano muy agradecido con nuestro paisano, nuevamente
le agradece y le dice que cuanto le debía; pero nuestro
conductor, que realizo este trabajo no lo hizo con fines económicos sino
por humanidad y solidaridad en la vía. “No señor no me debe nada, mas bien
hágale adelante que yo voy detrás para ver si esa cascara no
lo vuelve a dejar botado; y ahí en la entrada a “Garagoda”, en la tienda
de la Rosita más bien me invita una cerveza”.
El camino continuó, el automóvil
escarabajo Wolsvagen adelante y el camión atrás, hasta llegar a
Garagoa. A la entrada del pueblo estaba la cantina y comedero de Rosita,
una señora de sonrisa agradable, gorda, nalgona, de cachete colorado, que usaba
siempre falda corta, y blusas de escote pronunciado dejando ver siempre gran
parte de sus protuberantes lactas y quien era la propietaria del lugar,
en donde los camioneros llegaban a comer y a tomar cerveza, no solo por lo
bueno de los alimentos, sino por lo bueno que tenían las tres hijas de
Rosita, unas jóvenes bonitas y agradables de 17, 20 y 23
años, que mientras ayudaban a atender el lugar, mostraban sus atributos a
los conductores y estos no perdían la ocasión para tocarlas, e invitarlas a
vivir con ellos y proponerles matrimonio, mientras Rosita los increpaba
diciéndoles palabras soeces, y dándoles un pellizco a los que veía
pasarse del límite, con las hijas; una forma de defender las hijas , pero
que en el fondo la aceptaba ya que por ellas era que el negocio se
movía más de lo esperado.
Cuando estaban cerca de donde
Rosita, el camionero nuevamente hace sonar la corneta (Claxon),
para que el anciano no se pasara y le invitara la cerveza fría que calmaría la
sed y pagaría su trabajo realizado en la vía.
Los dos el anciano y nuestro
paisano el camionero, bajan de sus vehículos y entran a donde Rosita.
¡Buenas noches! suegraaa dice el paisano. ¡Buenas noches! Yerno contesta Rosita
desde adentro de la cocina. Tráiganos un par de cervecitas por ahora dice
el paisano, mientras le señala al anciano una mesa en donde acomodarse y
dirigiéndose al orinal de pared, le pregunta a Rosita por su hija Julita,
Rosita pregunta que para que y este le dice “Pa llevármela a vivir a la
llanura”, refiriéndose a Miraflores.
Ni más faltaba, si ella tiene su novio
y usted es un hombre comprometido le dijo Rosita, no suegrita, yo soy
solterito y lo del novio que me importa, no ve que yo no soy celoso
y además yo si tengo como mantenerla y hacerla feliz decía el paisano mientras
descargaba su vejiga allí en el orinal.
El anciano sentado, recibe las dos
cervezas, las paga y espera a que se acomode el paisano en la mesa, para
expresarle que él no tomaba cerveza, luego es replicado “entón jártese un
trago, no me venga con cuentos viejito uste me tiene que acompañar, espere y va
a ver las hijas de la Rosita lo buenas que están”, le decía emocionado el
camionero a su nuevo conocido.
El anciano muy incomodo pero
respetuoso y sobre todo agradecido, acepto tomarse una cerveza, mientras
el paisano le comentaba, lo duro de su vida, de su trabajo de sus
amores, de su familia, llegando a concluir que en Miraflores solo era “Mangus
verdis, P.tas y chojeris”, por lo que el anciano le pregunta que por que se
expresaba de esa manera irrespetuosa con su pueblo y con su gente, que si era
que no tenia hermanas, a lo que de manera inmediata replico el paisano, “!pues
claro!, por eso es que le digo, allí en mi pueblo cuando hay mangus
no se maduran por que no los dejan, todos los muchachos se los jartan verdis,
lo mismo les pasa a las mujeres, en mi casa somos 8 hermanos, tres
hombres y 5 mujeres, y los tres somos chojeris y mis hermanas todas se
volaron a los 15 de la casa, se fueron con uno y con otro haciendo
vida, entón se volvieron P.tas”. El acompañante solo atino a responder
que no era justo expresarse asi y que el que estuviera libre de pecado que
tirara la primera piedra.
Asi ocurría el dialogo y se
termino la cerveza, luego el paisano pidió la otra, mientras le
manifestaba al anciano “bueno viejito jijuep.ta. ya le he contado todo sobre mi
vida ahora si cuénteme algo de la suya”. El señor, el anciano, blanco, de
cabello cano y lentes gruesos, le dice muy serenamente “YO SOY EL
OBISPO DE GARAGOA”, pero el paisano respondió con risa diciendo,
Rosita no me traiga mas cerveza, porque si este viejo se toma la otra, se va
a convertir muy rápidamente en PAPA.
Resulta que el señor de
cabello cano en realidad era el Obispo de Garagoa, quien el día jueves
antes de la semana santa, había ido en su automóvil de color verde
oscuro, marca Wolsvagen tipo escarabajo hasta Miraflores a revisar un tema con
el padre Cañas, en referencia a unos asuntos de persecución política, de
la cual había sido víctima el cura Cañas por parte de algunos políticos
del pueblo, después de que un día domingo en el sermón del medio día, los
denunciara ante los feligreses por estar robándose los dineros provenientes de
la gobernación y que tenían como fin ayudar a los más necesitados, pero
que estos deshonestos los guardaban en sus casas y solo los sacaban
días antes de las elecciones, para con ello comprar los votos a favor de un
político especial.
Cuando el Obispo de Garagoa, le comento
a nuestro paisano su oficio, en ese momento entro a la tienda de Rosita una
señora que llevaba a vender unas gallinas y cuando vio al prelado de la
iglesia en la tienda, exclamo, ¡SEÑOR OBISPO! Mientras se
santiguaba, y se arrodillaba, besándole su mano y dándole gracias a Dios por
haber podido saludarlo directamente. Nuestro amigo el paisano, no sabía qué hacer,
e igualmente se arrodillo pidiéndole perdón por haber sido tan grosero,
por haberlo llevado a donde Rosita y por haberse expresado de
manera indecorosa del pueblo, y de las mirafloreñas; El obispo no
pudo más que decirle que lo entendía, que estaba perdonado, pero
que tratara siempre de mejorar en su hablar, pero que era importante que
siguiera siendo así como era espontaneo, servicial, trabajador y honesto,
y que desde ese día en adelante rogaría por él para que mejorara en lo
indicado.
El camionero, nuestro paisano, muy
arrepentido de lo hecho, se despidió de rodillas con beso en la
mano y siguió su camino hasta Bogotá, aunque muy avergonzado
de lo ocurrido, si muy feliz por haber tenido el honor de tomarse una cerveza
con el obispo de Garagoa, algo muy importante para él, ya que era un privilegio único en la historia personal y en la de muchos mas; este encuentro cercano del tercer tipo con el obispo, le cambio la vida a nuestro paisano, quien se
volvió un hombre más respetuoso con los demás, con su familia y con los y las mirafloreñas. La historia fue contada a sus amigos,
mientras tomaban cerveza en el café de la esquina superior de plaza de mercado
que era propiedad de Inés, y que luego paso a manos de Chavela, y donde
hoy funciona la tienda el poker de ases tío rico.
Fot H.Roldán. |