Anécdotas, Cuentos, Historias

sábado, 23 de marzo de 2013

EL CHOJER.


MIRAJLORIS, MANGUS VERDIS, P.TAS  Y CHOJERIS.

Fot de Mariana L.
En Miraflores,  la economía que se mueve a través del transporte de carga y la profesión de camionero,  ha permitido y contribuido al desarrollo económico de la región;  ya que desde el Lengupá se ha transportando desde hace años, hasta la capital  de la republica o  a otras ciudades del país, productos  de la región como ganado, madera, café,  miel, y ahora en los últimos años, frutas y verduras principalmente, y desde la capital u otras ciudades los diferentes productos como arena, ladrillo, hierro, cemento, víveres, líchigo (frutas y verduras), rancho y licores
La vía  principal de comunicación entre la región y el  resto del país,  siempre  ha sido  “la carretera del Progreso”, nombre  por demás muy llamativo,  pero que hasta el día de hoy, sigue siendo un dolor de cabeza para toda la región, a pesar de que ya esta pavimentada en una gran parte, los solo 90 Km, que distan desde Miraflores hasta la capital del departamento Tunja; en la mayoría de ocasiones cuando se va de Miraflores a Bogotá, para evitar llegar hasta Tunja, se transita por la vía  de Jenesano, hasta salir al lugar denominado Tierra Negra en el autopista Tunja -  Bogotá.

La otra vía es la carretera   de Miraflores a Garagoa, esta vía, no existía hace unos cuantos años y  luego fue una trocha  que durante los 12 meses del año permanecía en  condiciones casi intransitables, esta vía permaneció así por muchos años hasta que  tiempo después hubo comunicación fluida vía terrestre entre Miraflores, y Garagoa, dos  pueblos  que aunque no pertenecen a  la misma región son pueblos hermanos y que dependen eclesiásticamente de la Diócesis de Garagoa.

Luego cuando esta vía  mejoro; los transportadores locales,  salían por la misma, buscando como destino final  la capital de la república;  Los transportadores o camioneros de la región  siempre han sido hombres muy serviciales; trabajadores, sinceros, espontáneos, dicharacheros, mamadores de gallo, mujeriegos, parranderos, groseros  y buenos bebedores y comelones. 

En una ocasión; salió desde Miraflores  por la vía hacia Garagoa, un camión con una carga de madera  con destino a Bogotá; cuando el camión su conductor y su carga, estaban cerca del  alto del Garabato, lugar que demarca los límites geográficos entre Miraflores y Garagoa, como a eso de las 3:30 de la tarde, en una curva,  este se encontró  en la mitad de la vía detenido un  automóvil  de color verde oscuro, marca Wolsvagen tipo escarabajo, y en la parte trasera un señor  de cabello cano, piel blanca, con gafas, bien vestido, con una edad aproximada de  75 años; quien en ese momento se tocaba la cabeza en señal de preocupación; pues su vehículo se había varado  en un lugar en donde no había vecindad, en donde  hacía mucho frio y   en  una vía en donde no pasaba casi nadie y menos en horas de la tarde de un día Jueves antes de semana santa.
Nuestro camionero al verlo, pensó   como era posible que un viejito de estos estuviera allí solo y  varado, y  no haciendo nada solo  viéndole la cola al carro y tocándose la cabeza en señal de desespero; por lo que de manera inmediata hizo sonar las cornetas (claxon) en señal de llegada, se detuvo, se bajo de  su camión y fue en ayuda  del  anciano desprotegido.
Cuando se  bajo de su camión sin saludar   le fue diciendo   al anciano  “¿y eso que  taya le paso?”;  el anciano muy respetuoso le dijo buenas tardes, que el Señor le bendiga, bueno es que mi automóvil de pronto se detuvo y no volvió a encender.
¿Y por que no ta tratando de arreglarlo? Pregunto el camionero.
Bueno  ya lo he revisado pero no le encuentro nada dijo el anciano.
El camionero poniéndose de frente al  automóvil escarabajo marca  Wolsvagen, le levanta la tapa o capó; y al ver que  no había motor le exclamo, “mire viejito uste que va a poder prender esta cascara ¿no se ha dado cuenta que no tiene motor?”
El anciano le dice que el automóvil si tiene motor pero que  este se encuentra en la parte trasera y no en la parte delantera como todos los demás vehículos.
Acto seguido el conductor se rasca la cabeza y dice entre dientes mientras  iba hacia la parte trasera del Wolsvagen “estos viejos ricos si no tienen en que gastarse la platica, luego quien ha visto mandarle a poner el motor de un carro atrás. Ricos tenían que ser.”; “¡a ver destape el capó viejito! es que ustedes solo saben comprar y echar p`lante pero no tienen ni P.ta idea de la mecánica ¿vamos a ver que le paso a este pichirilo?, ¡páseme  la diez pa ajustarle acá esta mi….da  y luego si  échele candela!”.
El anciano no sabía que decir, solo pudo pasarle una caja con herramientas y esperar a ver qué  hacia nuestro paisano.
Una vez le fue entregada la caja de herramientas, el conductor del camión procedió a buscar la llave requerida, mientras seguía diciendo en voz  suave pero de manera sarcástica, “no le digo que  definitivamente ustedes los ricos saben más de maternidad de gallinas que de esta M…da.” ¡Mire esta es la 10, este es el hombre solo, este es un alicate etc etc.”, “Bueno  viejito súbase  y cuando yo le diga  entón ahí si   échele candela...” Perdón replico el anciano, no entendí, lo que quiere decirme; “¿Este viejito si? ¡Hombre pues que lo prenda! (encender), ¡eso si no entiende!, pero si le dijera que  tiene un par de faldas no estaría preguntando; no le digo  jajajaja.”
De manera inmediata el anciano se subió al carro esperando la orden del paisano, mientras este en la parte de atrás le accionaba  el carburador que se había tapado por falta de mantenimiento; “Tiene que cambiarle esta manguera por que ya se jutió (deteriorarse)”, “¡ahora si ajúmele! Pero antes chancleteelo varias veces” (referido a empujar o accionar el acelerador varias veces, el acelerador se le denomina en términos populares Chancleta  (sandalia)) Le gritó,  inmediatamente el anciano  aunque no entendió que quería decir, le dio start,  acelerando mientras el carro daba señales de estar bien; asi de esa manera se logro encender el automóvil  para continuar la marcha.
Una vez  el carro  quedo  reparado, el  anciano muy agradecido con  nuestro paisano, nuevamente le   agradece y le dice que cuanto le debía; pero  nuestro conductor, que  realizo este trabajo no lo hizo con fines económicos sino por humanidad y solidaridad en la vía.  “No señor no me debe nada, mas bien hágale adelante que yo voy detrás para  ver si  esa cascara  no lo vuelve a dejar botado; y ahí en la entrada a “Garagoda”, en la tienda de la Rosita más bien me invita una  cerveza”.
El camino continuó, el automóvil escarabajo Wolsvagen adelante y el camión  atrás, hasta llegar a Garagoa. A la entrada del pueblo estaba la cantina y comedero de Rosita, una señora de sonrisa agradable, gorda, nalgona, de cachete colorado, que usaba siempre falda corta, y blusas de escote pronunciado dejando ver siempre gran parte de sus protuberantes lactas y quien era la propietaria del lugar,  en donde los camioneros llegaban a comer y a tomar cerveza, no solo por lo bueno de los alimentos, sino por lo bueno que tenían las tres hijas  de Rosita, unas jóvenes bonitas  y agradables de 17,  20  y 23 años, que  mientras ayudaban a atender el lugar, mostraban sus atributos a los conductores y estos no perdían la ocasión para tocarlas, e invitarlas a vivir con ellos y proponerles matrimonio, mientras Rosita los  increpaba diciéndoles palabras  soeces, y dándoles un pellizco a los que veía pasarse del límite, con las hijas; una forma  de defender las hijas , pero que en el fondo la aceptaba ya que por ellas  era que  el negocio se movía más de lo esperado.
Cuando  estaban cerca de donde Rosita, el camionero nuevamente  hace sonar la corneta (Claxon),  para que el anciano no se pasara y le invitara la cerveza fría que calmaría la sed y pagaría su trabajo  realizado en la vía.
Los dos  el anciano y nuestro paisano el camionero, bajan de sus  vehículos y entran a donde Rosita. ¡Buenas noches! suegraaa dice el paisano. ¡Buenas noches! Yerno contesta Rosita desde adentro de la cocina.  Tráiganos un par de cervecitas por ahora dice el paisano, mientras  le señala al anciano una mesa en donde acomodarse y dirigiéndose al orinal de pared, le pregunta a Rosita  por su hija Julita, Rosita pregunta que para que  y este le dice “Pa llevármela a vivir a la llanura”, refiriéndose a Miraflores.
Ni más faltaba, si ella tiene su novio y  usted es un hombre comprometido le dijo Rosita, no suegrita, yo soy solterito  y lo del novio  que me importa, no ve que yo no soy celoso y además yo si tengo como mantenerla y hacerla feliz decía el paisano mientras descargaba  su vejiga allí en el orinal.
El anciano sentado, recibe las dos cervezas, las paga y espera a que se acomode el paisano en la mesa, para expresarle que él no tomaba cerveza, luego es replicado  “entón jártese un trago, no me venga con cuentos viejito uste me tiene que acompañar, espere y va a ver las hijas de la Rosita lo buenas que están”,  le decía emocionado el camionero a su nuevo conocido.
El anciano  muy incomodo pero respetuoso y sobre todo  agradecido, acepto tomarse una cerveza, mientras el  paisano le comentaba, lo duro de su vida,  de su trabajo de sus amores, de su familia, llegando a concluir que en Miraflores solo era “Mangus verdis, P.tas y chojeris”, por lo que el anciano le pregunta que por que se expresaba de esa manera irrespetuosa con su pueblo y con su gente, que si era que no tenia hermanas, a lo que de manera inmediata replico el paisano, “!pues claro!, por eso es que  le digo, allí en  mi pueblo cuando hay mangus no se maduran por que no los dejan, todos los muchachos se los jartan verdis, lo mismo les pasa a las mujeres,  en  mi casa somos 8 hermanos, tres hombres y 5 mujeres, y los tres somos chojeris y mis hermanas todas se volaron  a los 15 de la casa, se fueron  con uno y con otro haciendo vida, entón se volvieron P.tas”. El acompañante solo atino a responder  que no era justo expresarse asi y que el que estuviera libre de pecado que tirara la primera piedra.
Asi ocurría  el dialogo y se termino la cerveza, luego  el paisano pidió la otra, mientras le  manifestaba al anciano “bueno viejito jijuep.ta. ya le he contado todo sobre mi vida ahora si cuénteme algo de la suya”.  El señor, el anciano, blanco, de cabello cano y lentes gruesos, le dice muy serenamente “YO SOY EL OBISPO DE GARAGOA”, pero el paisano respondió con  risa diciendo, Rosita no me traiga mas cerveza, porque si este viejo se toma la otra, se va a convertir muy rápidamente en PAPA.
Resulta que  el  señor de cabello cano en realidad era el  Obispo de Garagoa, quien el día jueves antes de la semana santa, había ido en su automóvil  de color verde oscuro, marca Wolsvagen tipo escarabajo hasta Miraflores a revisar un tema con el padre Cañas, en referencia a unos asuntos de  persecución política, de la cual había sido víctima el cura Cañas por parte de algunos  políticos del pueblo, después de que  un día domingo en el sermón del medio día, los denunciara ante los feligreses por estar robándose los dineros provenientes de la gobernación  y que tenían como fin ayudar a los más necesitados, pero que  estos deshonestos los guardaban en sus casas y solo los sacaban días antes de las elecciones, para con ello comprar los votos a favor de un político especial.
Cuando el Obispo de Garagoa, le comento a nuestro paisano su oficio, en ese momento entro a la tienda de Rosita una señora que llevaba a vender unas gallinas y cuando  vio al prelado de la iglesia en  la tienda, exclamo, ¡SEÑOR OBISPO!  Mientras se santiguaba, y se arrodillaba, besándole su mano y dándole gracias a Dios por haber podido saludarlo directamente. Nuestro amigo el paisano, no sabía qué hacer, e igualmente se arrodillo pidiéndole perdón por  haber sido tan grosero, por  haberlo llevado a  donde Rosita y por haberse expresado de manera indecorosa del pueblo, y  de las mirafloreñas;  El obispo no pudo más que  decirle que  lo entendía, que estaba perdonado, pero que tratara siempre de mejorar en su hablar, pero que era importante que siguiera siendo así como era espontaneo, servicial, trabajador y honesto,  y que desde ese día en adelante rogaría por él para que mejorara en lo indicado.
El camionero, nuestro paisano, muy arrepentido de lo hecho, se despidió  de rodillas con beso en la mano   y siguió su camino  hasta Bogotá, aunque muy avergonzado de lo ocurrido, si muy feliz por haber tenido el honor de tomarse una cerveza con el obispo de Garagoa, algo muy importante para él, ya que era un privilegio único en la historia personal  y en la de muchos mas; este encuentro cercano del tercer tipo con el obispo, le cambio la vida a nuestro paisano, quien se volvió un hombre más respetuoso con los demás,  con su familia y con los y las mirafloreñas. La historia fue contada a  sus amigos, mientras tomaban cerveza en el café de la esquina superior de plaza de mercado que era propiedad de Inés, y que luego paso a  manos de Chavela, y donde hoy funciona la tienda el poker de ases tío rico.







Fot H.Roldán.