Anécdotas, Cuentos, Historias

domingo, 30 de septiembre de 2012

Los Cazadores.


Eran perros finos de cacería.


En una noche de  luna llena, Toño sentado en un taburete de madera, forrado en cuero de ganado,  en la casa de uno de sus nietos,  narraba  con mucha alegría, la historia de los perros  que  habían en el Hato de Santa Helena, de propiedad del abuelo; en los llanos orientales;  Toño decía que al haber mucho animal de monte como, cachicamos, chigüiros, venados, lapas, tinajos, conejos, pavas montañeras,  y muchos más, la labor de caza era frecuente; no solo porque a todos nos gustaba mucho la carne de monte, sino que  en la cocina, la abuela y las 25 cocineras pedían tener suficiente carne para  darnos a todos los que  permanecíamos en el hato, que éramos muchos. De esa manera, la abuela Catalina, también le ahorraba al abuelo el sacrificio de una res diaria, o de 7 marranos, que era lo que  entre todos nos comíamos cada día en las tres comidas. 

Desde esa  ocasión en que yo mate de dos disparos con la Winchester a mas de 60 chigüiros y 15 venados que se comían la sal  que el abuelo ponía bajo los árboles en un pozuelo de madera para el ganado,  todos los animales de monte se arisquiaron (volverse precavidos, desconfiados y montaraces) y no salían casi a lo limpio; por lo que debíamos salir una vez a la semana a cazar para tener suficiente abastecimiento de carne en la cocina.

Desde que los abuelos se instalaron en Santa Helena con toda la familia; llevaron  también con ellos 25 perros finos cazadores que el bisabuelo  de  mi abuelo había conseguido en Santander de una de las  fincas  que fueran del  general Francisco de Paula Santander, y que según contaba el abuelo los primeros perros que llegaron , los trajo  como regalo Simón Bolívar en uno de sus tantos viajes desde Europa,  a su amigo el General Francisco de Paula Santander, antes de que se disputaran el poder.

Todos estos perros eran de verdad finos, muy finos y el abuelo no permitía que estuvieran sueltos para que no se cruzaran con las perras criollas que  tenían los vecinos en las fincas colindantes. Entonces estos perros finos, permanecían encerrados en unas jaulas especiales hechas con  tabla  y  bajo  un ranchón grande de palma que servía de perrera.

La semana de cacería, era un acontecimiento esperado por todos, porque salíamos de la casa  y nos íbamos  durante toda la semana día y noche a la cacería.

Una semana antes, se alistaban los cartuchos y municiones  para las armas,  que eran 12 escopetas de fisto, 1 carabina marca Winchester que solo usaba el abuelo y yo, también se alistaban las  linternas, la manteca de armadillo,   y algunos alimentos, las armas debían estar muy bien   lubricadas, limpias y probadas para que no fallaran durante  la semana de cacería.

El viaje se hacía saliendo de la casa al medio día después del almuerzo,  para llegar a eso de las 4 de la tarde a la mata de monte que escogíamos en esa semana para cazar; allí en ese lugar, nos apeábamos de  los  caballos,  los  desensillábamos,  (quitar los aperos, sillas o monturas) y poníamos a pastar, mientras otros armaban  con hojas de palma un cambuche  (refugio) para dormir y  otro  para cocinar.

Esa misma noche  a eso de las 7 de la noche salíamos con la jauría de perros finos, los cuales  se habían dejado aguantar hambre durante los últimos tres días antes de salir a la misión. A la cacería, solo se llevaban los perros machos y algunas  hembras paridas; a todos se les untaba manteca de armadillo mezclada con ajo machacado, en las patas, en las orejas,  y en la barriga; con el fin de que las culebras  venenosas que  abundaban  en el monte no los mordieran.

Los perros  los soltábamos  tan pronto olfateaban una huella de  venado o de chigüiro, o  de lapa y estos salían todos en gavilla a perseguir  a cuanto animal encontraran mientras nosotros    atrás , con nuestras escopetas bien cargadas y listas.

Estos perros  finos, cazadores  y bien entrenados, por el abuelo y por mi,  no dejaban escapar a ninguna presa,  todos trabajaban  juntos  hasta que le daban cacería a cuanto animal se les cruzara en el camino.  

Esto que les cuento;  decía Toño esa noche de enero mientras sostenía una totuma con guarapo fermentado del día anterior, frente a quienes le escuchaban con mucha atención; Les cuento y no me lo van a creer menos mal tengo testigos, la jauría de perros  cazaban tanto que nunca pudimos hacer un tiro a  ninguno de los animales que quedaron en las fauces de estos,  porque ellos  los agarraban por el pescuezo, y entregaban la presa al amo. Entonces lo único que hacíamos era esperar en un punto mientras los perros  perseguían,  daban cacería a la presa, y la entregaban. Los obreros y yo, esperábamos con paciencia  toda la noche, ya que la jornada  terminaba a las 5 de la mañana, a esa hora regresábamos al cambuche a  comer,  y  a descansar  junto con los perros; eso sí a los perros solo les dábamos una comida muy poca, que mezclábamos con pólvora fina para que  se volvieran mas bravos, también los poníamos a oler la sangre de los animales cazados y les dábamos suficiente agua; de esa manera siempre estaban listos para la siguiente noche.

Mientras unos descansábamos otros  pelaban los animales cazados,   otros preparaban la carne  bien tasajeada, se salaba,  se secaba al sol, otra parte, la poníamos entre la  manteca  de chigüiro y asi la conservábamos en buenas condiciones mientras llegábamos a la casa principal. Los cueros  de todos estos animales se salaban bien y ponían a asolear para  luego llevarlos a la casa,  estos cueros los usábamos para, forrar butacas y taburetes,    ponerlos de adorno  y otro poco para venderlos y regalarlos a los amigos y familiares que  visitaban la finca, los rabos de los armadillos los colgábamos   en un lazo  por docenas  como prueba de  la cacería.

Los perros  eran una fieras que  hacían el trabajo por nosotros,    estos animales los entrenábamos entre mi abuelo y  yo  por más de dos años hasta que estaban listos,  después de varios años, a estos perros no había necesidad de acompañarlos porque solo se les daba la orden de ir en busca de  los animales de monte y ellos mismos iban solitos y llegaban a la casa con dos o tres venados.



Cuando me vine para esta mi tierra Miraflores, me traje 4 perritos  de esos,  una  tarde, mientras estaba sentado en el café de los parasoles  tomando tinto y comentando con unos amigos  también amantes  a la  cacería, llego un amigo que venía de Berbéo  y nos dijo  “mientras ustedes están reunidos acá hablando allá abajo en el puente del rio del Lengupá, vi pasar tres armadillos”  yo  me quede muy callado y rápidamente me fui a  la casa, saque los perros, los lleve al camino que  conduce del pueblo al rio,  allí los solté  y les di la orden de que fueran a cazar,   al otro día muy a las 4 de la mañana me fui  a donde los había soltado y ahí estaban los  cuatro perros  esperándome  cada uno con un cachicamo que habían cazado la noche anterior mientras yo dormía

lunes, 24 de septiembre de 2012

Colegio Sergio Camargo.


Un manantial de conocimiento.
Fotografía de Ciro Franco.

En enero de 1975, a la edad de 11 años, después de haber terminado la primaria en la escuela pública Rafael Uribe Uribe, me levantaron muy temprano, me hicieron poner ropa nueva, me llevaron al médico, me mandaron cortar el cabello en la peluquería de don Guillermo Barreto, gerente local de Transportes Bolívar y dueño de un almacén y peluquería en el parque central del municipio de Miraflores.

El motivo de todo ese movimiento, era porque ese día, sería matriculado en el INSTITUTO INTEGRADO SERGIO CAMARGO; para  iniciar mis estudios de bachillerato.  Después de tener todos los requisitos, mi mamá y yo hicimos la fila a la entrada del colegio, en la sede del centro en donde quedaban las instalaciones principales del colegio; Rectoría, Secretaría y Tesorería.  

Con los documentos en mano, notas de quinto primaria, registro civil de nacimiento, certificado médico, dos fotografías tamaño cédula en blanco y negro, tarjeta de identidad y el pago de la matrícula esperamos hasta que llegó el turno de entregar los documentos, llenar el formulario de la matrícula y estampar la firma de los padres o acudientes.

Y ahí, solo hasta ahí, se pudo decir que ya era un alumno del SERGIO para iniciar el año lectivo. Mientras todo esto ocurría, los padres hablaban sobre las diferentes experiencias y expectativas; en tanto, nosotros los novatos escuchábamos con asombro las historias de profesores, y demás anécdotas contadas por los alumnos experimentados.

La entrada al colegio era un asunto   que nos llenaba de miedo, expectativa y ansias por  tener y recibir nuevas experiencias; el hecho de recibir clase de diferentes profesores, y  el de poder aprender  un idioma diferente, de aprender biología, química , física, inglés, álgebra, cálculo, trigonometría, historia y  geografía universal , etc. etc.; pero también nos motivaba mucho el hecho de  podernos codear con alumnos mayores a nosotros y aprender de ellos sus  experiencias buenas y  malas; lo que se sumaba al desafío por lo desconocido en materia sexual,  que para esa época  no teníamos más en nuestras mentes, que lo que aprendíamos de los mayores, ya que  ni en la casa  ni en la escuela se trataba el tema con claridad.

En esos años tuvimos la fortuna de compartir con distintos profesores, unos que recordamos con aprecio y respeto y otros con un poco menos, pero en fin todos de alguna u otra forma nos transmitieron su conocimiento en medio de las múltiples dificultades.

El Colegio Sergio Camargo de Miraflores,  desde siempre ha sido una institución de pensamiento abierto,  liberal, de formación  holística que  ha permitido a todos sus educandos tomar la mejor decisión para emprender los diferentes caminos en lo personal, en lo laboral y en lo social en  nuestra  patria grande, en nuestra patria chica y en el mundo entero.

Los mirafloreños siempre hemos sido personas de gran espíritu emprendedor y luchador y en medio de múltiples dificultades hemos logrado romper barreras y cruzar fronteras y posicionarnos en el mundo entero como personas de alta capacidad de trabajo y responsabilidad en cada una de las diversas profesiones. 

Hoy por hoy mirafloreños, Sergistas de varias generaciones estamos por todo el mundo llevando con orgullo no solo nuestra región y nuestro país, sino mostrando con la frente muy en alto el haber sido formados en esa gran institución llamada SERGIO CAMARGO.

Todas las generaciones formadas en nuestro colegio SERGIO CAMARGO durante estos setenta años, hemos tenido el privilegio de haber recibido una educación, que nos ha permitido entrar a diferentes universidades públicas y privadas, pese a las deficiencias que hubiere, si comparamos con la formación que se recibe en otros colegios del país. 

Lo anterior nos indica que el conocimiento adquirido en esta institución, el tesón del Lengupense y el empuje del mirafloreño, conforman el mejor conjunto que nos lleva de manera armónica a cumplir metas y sueños que iniciamos cuando éramos solo unos niños, y que después de varios años de formación en esta institución, salimos siendo adultos y caminando con un destino claro y definido para llegar a lograr nuestras metas y cumplir con nuestros sueños.

Hoy por hoy, como lo he manifestado en varios de mis relatos nostálgicos vividos, Miraflores tiene el mejor equipo de personas del mundo y la gran mayoría por no decir la totalidad hemos recibido nuestra formación media en este gran colegio símbolo de grandeza y libertad.

Como me gustaría retornar al pasado y volver a vivir y sentir   las palabras de mis profesores, el olor  de sus salones, el aroma del paisaje, la timidez de mis primeros  besos y  la sensación de las  sutiles y temerosas caricias que buscaban los cuerpos de mis primeros  amores tangibles. 

Por todo  eso: mi colegio, nuestro colegio  SERGIO CAMARGO, desde hace 70 años sigue siendo orgullo Lengupense que alberga dentro de sus aulas   un manantial  de conocimiento, un mundo perdurable de aprendizaje, un universo infinito de recuerdos  imborrables que seguirán perdurando por  muchos años más de generación en generación.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Miraflores , el Libertador. y la Bolivar.


Vivaaaa  Bolívaaaar.



El Libertador  fot: Ligia, Ballesteros. Miraflores

Una humilde, sencilla y trabajadora mujer  de caminar elegante,  espalda erguida, pies juntos, con brazos extendidos hacia el horizonte y hacia el cielo, alzando su mano izquierda muy empuñada como si sostuviera el valor  dentro de si, después de una buena bebida  de guarapo salía por las calles del pueblo a avivar al gran libertador de 5 naciones,  mientras daba un paso adelante y tres atrás seguido de dos giros hacia la izquierda y a voz fuerte decía ¡VIVA BOLIVAR!.

Venezuela y Miraflores tienen  vínculos históricos desde cuando el general Páez por los llanos casanareños  con su tropa de valientes llaneros, piso tierras de ese entonces del gran  Boyacá,  el palacio de gobierno en Venezuela se llama palacio de Miraflores y en Miraflores nuestro palacio  de gobierno, también es el palacio de Miraflores, por todos estos vínculos, según  cuentan,  el gobierno de Venezuela en agradecimiento, y por solicitud de algunos personajes importantes del pueblo, donó una estatua de Simón Bolívar al municipio.

Desde  su juventud, nuestro personaje, fue una de las más fervientes  admiradoras del libertador ese personaje llamado Evangelina  González más conocida como la Bolívar, tuvo tanto fervor por el libertador que si  Hugo Chávez Frías, la hubiera conocido en ese entonces,  se la hubiera llevado como acompañante permanente de sus giras y le hubiera dado los más grandes honores  por la remembranza frecuente de su ídolo  y pasión común por el Libertador Simón Bolívar. 

Ante esta estatua del libertador, ubicada en el parque central de Miraflores, llegaba de vez en cuando Evangelina y al ver como la policía local  había golpeado a un borrachito y  por tanta injusticia social que en su diario existir vivía, le daba múltiples vueltas al Bolívar de  la estatua, mientras le gritaba y reclamaba voz en cuello “Dígame Bolívar, por qué decidió libertar a esta partida de maparius, eso sí dígamelo rápido, para que todos se enteren, ¿acaso fue que no vio cómo es que la policía le pega a los hombres? Acto seguido, alzaba su brazo y cerraba su puño, giraba dos veces hacia la izquierda en un solo pie y nuevamente gritaba ¡Viva Bolívar!

Gracias  a Dios que  CHAVEZ nunca supo de ella y nuestra Bolívar se quedo por siempre en nuestro pueblo Caminando por todas las calles, de manera elegante, con su espalda erguida, alzando su mano izquierda al cielo, con su puño cerrado, dando un paso adelante, y tres atrás, seguido de dos giros hacia la izquierda, en señal de descontento y evocando al Libertador Simón Bolívar, como  si buscara en Él la fortaleza y la ayuda para ver  en el futuro una región más  justa y más unida.



domingo, 9 de septiembre de 2012

Mi profesor


De  Vocacionales.

Mi  profesor de vocacionales, entre el año 1975 y  78; llego como docente no sé en qué año a Miraflores, a dictar clases al COLEGIO SERGIO CAMARGO;   yo recuerdo de su existencia  a finales del año 1974   cuando inquietos empezábamos a indagar sobre el colegio, pues nos alistábamos mentalmente ya para  ingresar al SERGIO CAMARGO a dar inicio al bachillerato.

Antes de iniciar el año,  mientras nuestros padres nos matriculaban, había tiempo  suficiente para conversar  con los amigos de la misma edad y escuchar  con mucha atención, admiración y sorpresa los cuentos y anécdotas  de los que ya eran estudiantes del colegio.

Para  el día de la matricula, se  debía  tener toda la documentación lista tarjeta de identidad, fotografías tamaño cédula, de frente,  con las orejas destapadas y fondo blanco, las notas de quinto primaria; el certificado médico, el pago de la matricula; mismo que se hacía en la tesorería del  colegio  atendida por  la señora  Cecilia Sarmiento de Roldan, quien por años y años estuvo al frente  de esta dependencia.

Ese día  era de acción, porque siempre los padres dejaban todas las gestiones de ingreso para  hacerlas en un solo día y casi siempre los últimos días; es decir cuando ya estaba a punto de cerrarse  los ingresos. Luego la levantada   era temprano, baño, pinta dominguera, desayuno,  al peluquero ( A mi me llevaban donde Floro,  y si estaba muy congestionado a donde don Guillermo Barreto  o por ultimo a donde  Marcos Martínez.);  el corte de cabello era  muy bajito casi pelado  y con solo un mechoncito de cabello al frente,  en resumen como un soldado, de ahí al médico  del servicio público de salud  en donde había también largas filas; ya una vez con los documentos en la mano  ir a la tesorería, hacer la fila para pagar y después hacer otra fila  en la secretaría para “sentar” la matricula; entonces allí se llenaban los formularios con toda la información del nuevo alumno, se entregaban todos los documentos para después si estampar la firma del padre y creo que también la del alumno y solo hasta ese momento se estaba oficialmente aceptado para el ingreso al colegio SERGIO CAMARGO DE MIRAFLORES.

Lo que siempre se tenía con anticipación eran las fotografías, que  eran tomadas por  Diomeno Ramírez o  por el señor  Orjuela y esto  se hacía porque las mismas tardaban dos, tres y hasta mas días en ser entregadas, entonces solo hasta cuando el rollo  se  terminara se sacaban de la cámara y se llevaban al cuarto de revelado y eso llevaba su tiempo.

Las filas  para la matricula eran largas en tesorería y  en  la secretaria, los alumnos llegábamos con su papa  o con su mama y algunos con sus acudientes. El ritual comenzaba   muy a las ocho  de la mañana, y terminaba a las 12 del medio día, luego continuaba a las 2 Pm  hasta 4 PM  Y mientras tanto  uno con los demás compañeros  contando  cuentos y escuchando las historias de los mayores  y los papas y o las mamas también adelantando cuaderno….

Ahí en ese punto entonces  fue cuando yo escuche  por primera vez varias anécdotas  sobre mi profesor de vocacionales según  recuerdo, una gran mayoría de los estudiantes le  tomaban del pelo;  se mofaban, lo hacían rabiar y  lo ponían con los pelos de punta, se le volaban de clase. Le pegaban con las semillas de las pomarrosas,  le ponían baldes llenos de agua, basura y a veces orina sobre la puerta del salón para que cuando entrara le cayera esta singular mezcla sobre la cabeza.

Eran historias que en su momento  a mí en lo personal me dejaban muy inquieto, y  como con un desafío interno de hacer lo mismo o más si se pudiera.

A decir verdad  en ese momento ya uno iba como preparado para retar a este profesor y  repetir la historia o mejorarla….

Una de las que me acuerdo contada por Luis Ángel Gómez y  Edgar Julio Gutiérrez; que ya llevaban en ese entonces un año en el colegio, fue cuando en una de las clases de electricidad  que impartía  el profesor de vocacionales,  estando en el teatro municipal, ordeno  a uno de estos dos  revisar o a conectar algo al sistema eléctrico;    entonces  el muchacho fue, reviso y  le dijo al profe que eso no servía  y que no pasaba corriente; claro  para que el mismo profe fuera  a hacerlo, entonces cuando   se puso a hacer lo que el alumno no quiso o pudo  hacer, alguien previamente conversado subió los tacos de la energía y tremendo golpe que le dio la corriente al famoso profesor; dicen que echaba madres bajito  y a grito entero  le decía   a la  energía eléctrica, “es que no me conoces?  no ve que soy su amigo”, mientras     todos los discípulos  no podían de la risa.

Otra fue cuando lo dejaron encerrado en el desagüe de la Piscina en el campin; y le colocaron una tabla con dos grandes piedras encima;  la piscina tenía  un tubo de salida de agua, que era de mayor capacidad que el de desagüe general, entonces cuando se abrían las válvulas para desocuparla, el  foso  que tenía como unos 4 o 5 metros de profundidad se iba llenando rápidamente  con el agua que no alcanzaba a salir por la tubería principal.

Para realizar la operación una persona debía bajar al foso por unas escaleras  hechas con hierro incrustado dentro del concreto que llegaban hasta el final, en donde se ubicaba la válvula de salida de color rojo, con una rueda encima que debía girarse para permitir la salida del agua.

El profe ordeno a un alumno a hacer esta operación;  y se quedo observando desde la parte superior a ver si el alumno cumplía con lo indicado,  luego el muchacho baja  y hace la  pantomima  para abrirla y le grita que no puede; el profe le grita desde arriba que es un flojo, que lo intente de nuevo y este vuelve a hacer la payasada; entonces el profe le dice salga, les voy a demostrar cómo es que se hace eso partida de flojos, el alumno sale, el profe entra a la fosa, mientras los alumnos esperan  a que  abra la válvula, a alguien se le  prendió el bombillo y acercaron la tapa hecha de madera pesada que se usaba para cubrir este hueco, la pusieron tapando completamente el foso y además le pusieron dos grandes piedras muy pesadas encima; es decir lo dejaron encerrado allí y salieron corriendo. Como el agua iba subiendo rápidamente  llenando el foso, el profe empezó a gritar, “sáquenme de aquí por favor yo no les hago nada, yo los perdono, pero  sáquenme”, la situación llego a un punto crítico en que el agua ya le  llegaba más arriba de la cintura y en ese momento llego un alma caritativa  y se apiado  del personaje en pena,  retiro las piedras y la tabla  rescatando a la victima de tan singular episodio. Al final nadie pudo  determinar  quien había sido el autor intelectual y material del episodio.

Cuando nosotros llegamos al colegio nuestro profesor de vocacionales, nos enseñaba  sobre varios temas ( Electricidad, dibujo técnico, artes manuales diversas, culinaria, entre otras); pero como nosotros  ya veníamos  desde antes  influenciados por las diferentes historias entonces llegamos igual a tomarle del pelo; a escaparnos de las clases,  y muchas veces hasta faltarle al respeto como lo hacían los demás, en realidad era una clase para  pasarla bien  sin embargo si no se pasaba la materia; se debía hacer un curso remedial en vacaciones por un mes y uno  dependía de la voluntad del profesor para perder  el año o para pasar al curso siguiente.

Dentro de las clases  vocacionales el curso de culinaria, era una de las disciplinas; entonces  nos formaban en grupos y semanalmente debíamos llevar una receta para hacerla en clase y como en todos los cursos, no faltaban los sapos; los lambones, los melifluos y  los cepilleros.

En esta clase,  debíamos llevar por grupo todos los ingredientes de la receta y hacer la preparación  para que luego el profesor muy orondo  repartiera la mayor parte del manjar  entre los profesores  y además separaba una buena parte para su casa y al final disponía de lo ultimo para los alumnos de la clase; esto ocurrió  varias veces ante la mirada atónita  de todos.

Las recetas eran variadas; algunas recetas  hechas por los mas lambones eran complejas  y elaboradas empanadas,  arroz de leche,  arroz atollado, etc. y las de los frescos eran muy sencillas;    chocolate con pan, pan con mantequilla, jugo de guayaba, mazorca con huevo, etc.  y una que recuerdo mucho es   la crema de limón; esta receta la llevo Manuel Bello y los hermanos  Barrera Rolfe y Germán; no recuerdo a mas  de ese  grupo  pero  de lo poco que nos dio a probar el profe  su sabor era muy delicioso, y refrescante….   No se ha borrado de mi memoria ese  sabor fresco e inconfundible  de esa mezcla de limón,  azúcar y leche.

El asunto era  delicado ya que  aquellos de las recetas complejas, se sentían robados por los demás  que llevábamos las recetas más simples  y sencillas y eso en realidad no era justo, sumado a que el profesor  repartía   la vianda entre los demás profesores, mas  lo que llevaba a casa, la inconformidad era muy grande;  pues no solo era esto sino la critica adicional siempre tratando de  demeritar el trabajo y el esfuerzo realizado ya que para este profesor nada estaba bien.  

Nuestro grupo conformado por Ramiro Morales, Isidoro luna, Orlando García, Transito    Bohorquez,   Enith Medina y yo, en la primera ocasión   para la clase,  el menú fue solo pan con mantequilla,  ya en la segunda ronda, tiempo después cuando  a nuestro grupo nuevamente le correspondió el turno y ya casi finalizando el año; hicimos una mantecada en  un molde  grande (De ser unos grandes frescos nos volvimos “LAMBONES”)… llevamos todos los ingredientes, los mezclamos tal cual decía  la formula y la pusimos en la lata para el horneado, pero como no teníamos en donde hornearla,  pedimos permiso al profesor para llevarla a un lugar  en donde nos permitieran  hacerlo,  a lo que el profe asintió,  no sin antes felicitarnos  y darnos la nota de 5 por esta sensacional receta y  decirnos que antes de  terminar la jornada   nos veíamos  para la  degustación; entonces salimos con  nuestra lata de mantecada cruda y la llevamos a la panadería de Oscar Díaz  que  quedaba cerca al ocobo  y allí  su señora nos permitió hornearla.

Con nuestra lata de mantecada que era muy grande y suficiente para dar y convidar, llegamos nuevamente al colegio, pero como la clase ya había terminado el profesor  estaba en el salón de 1 D dando la clase de dibujo  técnico, entonces nosotros  nos adelantamos para hacerle la jugada  al profe.

Repartimos la mantecada  para todos los compañeros en porciones gigantes  y compartimos con algunas niñas de  otros cursos,  teníamos tanta mantecada que  los del grupo guardamos para llevar a la casa  todos una porción gigante y  al profesor le dejamos una porción  de igual tamaño  o menos que la que este  nos daba  cuando repartía  el fruto del trabajo y el esfuerzo de quienes hacíamos las recetas…….  Entonces le dejamos   solo  un pasa bocas;  una  porción  no era de más de 5 Cm cuadrados y se la pusimos sobre su escritorio en la sala de profesores  con su respectiva servilleta ahí  destapada y a la vista de todos los demás profesores. La venganza estaba en parte consumada.

Cuando  el profesor  salió de dar la clase del otro curso, llego nuevamente a nuestro salón  para  recibir  los frutos de su enseñanza, pero ya no estábamos, ya nos habíamos ido todos para la casa con la panza satisfecha, las maletas  llenas de mantecada y el ego grande de haber podido cobrar venganza… 

Eso ocurrió un viernes en la tarde,  el día lunes cuando llegamos  nuevamente al colegio no podíamos dejar de reírnos socarronamente en la formación y todos con la expectativa  esperando la reacción del profesor; pero no ocurrió nada ese día;   y solo hasta el viernes cuando teníamos  nuevamente clase con él, recibimos el más fuerte llamado de atención, porque no solo fue una gran falta de respeto hacia  el profesor de Vocacionales, sino el compromiso  por ego personal que este tenía con los demás profesores de  darles  una porción de cada  preparación  y sacar pecho  a costillas nuestras; entonces quedo en ridículo por  nuestra acción con los demás profesores, estos  se mofaban y le tomaban del pelo continuamente sobre el episodio; claro esas mofas tenían un efecto emocional,  que no podía dejar pasar por alto; pero el atropello más grande   e indignante para el grupo fue que ese cinco  que nos había dado de nota  acompañado de una gran felicitación se convirtió en un  UNO CON CINCO y sin derecho a reclamo.

Gracias a que durante el año hicimos, tapete,   respondimos en  dibujo técnico, y demás  disciplinas dentro de la educación vocacional; no necesitábamos nota en el último periodo académico; o si no hubiéramos ido directo a hacer el curso remedial y tal vez haber perdido el año por una injusticia como esta…… pero con la satisfacción total  de haber podido hacer una buena  pilatuna contra  el profesor de Vocacionales que  dicto clases por varios  años y por varias generaciones en el Glorioso colegio Sergio Camargo.

Un peludo aracnido.


La Araña. 

Es un arácnido grande  de color negro brillante;  con muchos pelos por todo lado;  vive  la mayor parte de  su vida  escondido en lugares oscuros  y solo de vez en cuando se le ve, cuando asoma la cabeza, o cuando  sale de su madriguera en busca de alimento…… generalmente son de gran tamaño mismo que se ve aumentado cuando   caminan. Estos arácnidos es común encontrarlos  bajo piedras, en lugares oscuros, y sitios abandonados.  Las arañas peludas  son muy populares en otros países del trópico  y en Colombia hasta se le han compuesto  canciones… yo vi una araña con pelos….. yo vi una araña con pelos…. En el alar de mi casa….

Esta historia trata de una muy particular profesora, que  dictó clases en el colegio en donde estudiamos. La Profe, en mención, era una señora cuando yo la conocí  de unos 45 a 50 años de edad  aproximadamente; pero como no había tenido los placeres de la vida mundana;  como muchas otras solteronas en el pueblo; todos le decían señorita, ella era  de contextura baja,  y medianamente gordita,  de piel trigueña,  casi siempre vestía faldas entubadas  en paño de un solo color  o a cuadros pero siempre  de colores oscuros; el largo  de las faldas era un poco más abajo de la rodilla y algunas veces unas muy pocas  veces; cuando se vestía mas sensual las faldas llegaban hasta las rodillas, las blusas casi siempre de color  blanco  o rojo y  algunas con flores grandes multicolores, las  chaquetas en paño o terlenka que no faltaban, la mayoría eran  de color oscuro;  y una que otra vez  una chaqueta roja; usaba unos grandes anteojos para la lectura y de vez en cuando se le veía con unos lentes oscuros grandes para el sol, nunca dejaba su paraguas grande también de color negro; mismo   que usaba con frecuencia durante los días de  lluvia o de sol; fue  directora de varios  cursos de las niñas más jóvenes y dictaba clases  en el colegio Sergio Camargo  no se desde que época exactamente.

Cuando la señorita entraba al salón de clases,  colocaba el material  de clase sobre el escritorio  y se sentaba en una silla dispuesta para tal fin;  su clase no era nada amena, la verdad era muy monótona;  en la  clase de ella  casi todos nos dormíamos o hacíamos otras actividades  mientras  ella hablaba y hablaba  y solo nos poníamos pilas, cuando  en medio de la clase decía  niño o niña x  Mateo 1: 23   lo que significaba  abrir la biblia y buscar hasta encontrar  lo que solicitaba;  yo  nunca había  usado la biblia  y menos sabia como se buscaba en la misma una lectura como tal y ahí  en esa clase, aprendí que Mateo era el libro, que 1 significaba capitulo 1 y  23 el versículo 23.. No  perdí del todo mi plata…..

Los escritorios de los salones de esa época eran mesas  de  cuatro patas muy sencillos  y muchos no tenían la tabla protectora del frente por lo que la persona que se sentaba quedaba mostrando sus piernas  siempre.

Este personaje, tenía una particularidad que casi siempre daba cantaleta pero sobre todo a las mujeres; les decía que debían portarse bien, que debían aprender  tratar con los compañeros y no permitir que  los niños varones les faltáramos al respeto  etc etc.

También recalcaba mucho en cómo  debían aprender a sentarse  y hacerlo  como unas verdaderas damas  y señoritas que eran…. Lo que les quería decir en el fondo era que debían sentarse con las piernas juntas y  no mostrar los calzones, para no despertar entre nosotros los adolescentes hombres la curiosidad por  saber que había más al fondo…..

En medio  de su cantaleta  y a medida que iba diciendo cosas y dándoles la lección a sus alumnas, de manera inconsciente iba abriendo las piernas y dejando  para deleite del publico  a la vista los calzones;  escena que nosotros le decíamos  “cuadro”.

El término “cuadro”  se usaba  para referirnos cuando una mujer que llevaba falda, estaba sentada  con las piernas  abiertas o entre abiertas y dejaba ver  al final del túnel los calzones; entonces uno disimuladamente se agachaba para ver con más detalle y ese era el cuadro. Luego si alguien tenía el privilegio  de  mirar primero la escena, botaba un lápiz al piso   o un cuaderno   y se agachaba despacio para recogerlo y torcía los ojos disimuladamente en dirección de donde estaba el “cuadro”…. Después de ese deleite  visual y momentáneo, se le comunicaba al vecino para que este también viera y así el otro y el otro hasta que  terminaba la función, bien porque las muchachas  se daban cuenta, o por que cambiaban de posición y  se cerraba el telón.

Nosotros    jóvenes adolescentes y ansiosos de saber, siempre estábamos  pendientes  y alerta de  cual  mujer   ponía la escena, bien fuera de las compañeras de clase, o de otras  de otros cursos, en los descansos o donde estuviéramos  y también esperábamos con ansia las clases  con las profesoras por que alguna en cualquier momento podía mostrar el cuadro;  pero había una  que nunca fallaba y esa era la famosa señorita.

El  remoquete de araña peluda;  salió producto de  una función de estas; dicen que en un año, en que ella  igual dictaba su clase, en un curso de solo hombres, en su gran mayoría adultos;  y todos  sabiendo lo de las altas posibilidades de ver “cuadro” con las profesoras;  estaban muy alerta a ver con quien y cuando  se podía observar el  espectáculo,  hasta que por fin en un día caluroso del mes de Marzo, se abrió el telón y  uno tras otro  empezaron a ver, a decir  y  a murmurar cosas  entre ellos;  uno decía que no tenia calzones; el otro decía que si,  uno  decía que  eran de color  negro , el otro decía que no  y así la discusión  continuaba en clase mientras se iba viendo la película; todo era un mar de conjeturas, que no llegaban a conclusión alguna; por lo que decidieron llamar a un perito que  evaluara y dilucidara  tamaño problema.

El perito, un alumno del mismo curso,  de mayor edad,  ya muy experimentado en las lides sexuales, con amplio y vasto  conocimiento en anatomía femenina,  era la persona más indicada para salir de este  conflicto,   por lo que su concepto fue solicitado unánimemente por  todos los interesados. Asi fue que  el experto  boto  un cuaderno al piso hacia un lado y un lapicero al otro, con el fin de tener más tiempo para ver detenidamente el fenómeno producto de la discusión.

El perito de manera muy calmada y con la paciencia   de un experto, se agacho lenta y pausadamente  a recoger  su cuaderno y su lapicero,  deteniéndose  varias veces  y  por varios segundos  para hacer  el avaluó  y   con ello emitir su concepto   y  descifrar  el enigma;  y  así dejar de lado la  polémica entre los demás compañeros.

Cuando concluyo el peritaje,   les dijo a los otros de manera salomónica, ceremonial y con la sapiencia de un experto  “no sean  pendejos que lo que se ve negro, muy negro,  adentro,  bien al fondo,  no son los calzones; son los vellos que se le salen de los calazones;  eso es lo que es y la señorita si tiene calzones; lo que pasa, es que al salirse los vellos sobre los calzones, se ve como  si fuera “ UNA ARAÑA NEGRA Y PELUDA…..”

Todos rieron  por el dictamen y desde entonces la famosa señorita, se quedo para siempre con el  apelativo  de la araña peluda; moquete que se transmito de generación en generación.